Agentes morales – Filosofía –

El término técnico ‘Agente moral‘se refiere a la evaluación de cualquier persona en un contexto moral. Cualquier persona capaz de tomar decisiones y actuar podría ser evaluada como agente moral. Así como evaluamos a las personas en ámbitos profesionales, como si hubieran actuado o no profesionalmente, o como ‘ciudadanos’, algo similar ocurre en la Ética. La valoración que hacemos de las acciones de las personas está de acuerdo con las cualidades que se cree que tiene un agente moral.

No todas las personas son agentes morales. Como mínimo, los agentes morales son aquellos que pueden distinguir lo moralmente correcto de lo moralmente incorrecto y que son conscientes de las posibles consecuencias de sus acciones, es decir, aquellos capaces de comprender las exigencias morales. Excluimos de esta clasificación a los niños más pequeños o personas con ciertos tipos de deficiencia mental, que son capaces de actuar, pero son pacientes morales, es decir, aquellos que necesitan ser el objetivo de la acción moral. Generalmente se considera que los jóvenes y adultos son personas que reconocen en sí mismos la causa de sus acciones, capaces de reflexionar sobre las intenciones o deseos que los impulsan y de comprender las implicaciones morales de sus acciones.

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Las cualidades constitutivas de la agencia moral son la libertad, la conciencia y la responsabilidad. Es sobre la base de estos tres conceptos que las personas califican como agentes morales. Lo que está en juego es la capacidad de hacer uso de la conciencia, la acción libre o ser responsable y no una observación si alguien realmente hizo uso de estas capacidades: si alguien es capaz de actuar moralmente y no lo hace, entonces sería un fracaso moral. . Hay implicaciones y complementos entre esta valoración y cuestiones sobre personalidad, libre albedrío o intencionalidad.

La calificación de los agentes morales puede ser más o menos rígida en cuanto al grado de racionalidad requerido en el momento de la acción. Adolfo Vázquez (2007) nos recuerda que toda persona bajo evaluación moral es un sujeto concreto y, en consecuencia, actúa en función de su contexto social e individual. Por tanto, el grado de valoración, ya sea negativo o positivo, no puede desconocer que la persona que actúa moralmente es un ser imbuido de estados psicológicos (creencias, intenciones, intereses, etc.) que mantienen una compleja relación con la sociedad y sus valores.

Las perspectivas kantianas tienden a ser más exigentes, ya que admiten que la acción moral se puede caracterizar por conformar al agente a un punto de vista exclusivamente objetivo, siendo capaz de desprenderse de sus intereses y convicciones, e incluso de las imposiciones sociales, para implementar una acción que se sigue exclusivamente de un razonamiento moral. Según algunos autores, especialmente Bernard Williams, estas teorías ignoran la forma en que los agentes morales razonan efectivamente, es decir, a partir de elementos particulares de su psicología. Al eliminar los condicionamientos a los que todos estamos sujetos, individuales y sociales, también excluiríamos a la persona que actúa moralmente.

Referencias bibliográficas:

VÁZQUEZ, Adolfo S .. Ética, 29ª ed. Río de Janeiro: Civilización brasileña, 2007.

WILLIAMS, Bernard. Personas, carácter y moralidad. En: Moral Luck: Philosophical Papers 1973-1980. WILLIAMS, Bernard. Cambridge: Cambridge University Press, 1981. p. 1-19.

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