Anfetaminas –

A anfetaminas Pertenecen al grupo más común de fármacos psicoestimulantes, que son responsables de acelerar el sistema nervioso central, lo que resulta en una reducción de la necesidad de sueño y fatiga, aumento de la actividad motora y euforia.

Foto: Imágenes de los hermanos Nenov / Shutterstock.com

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Estas drogas son sintéticas y en forma pura se encuentran en forma de cristales amarillentos. Se pueden tomar por vía oral, aspirar en forma de polvo o inyectar. Entre los productos vendidos, podemos mencionar: Amphaplex, Benzedrine, Bifetamina, Dexedrine, Dexamil, Methedrine, entre otros.

Estos fármacos se originaron en el siglo XVIII y se utilizaron ampliamente en diversos tratamientos médicos, como la enfermedad de Parkinson, el asma y la obesidad. Debido a sus efectos estimulantes, los soldados también usaron anfetaminas durante la Segunda Guerra Mundial, para evitar la fatiga y aumentar la resistencia y el estado de alerta. Durante ese mismo período, los trabajadores de las fábricas japonesas ingirieron cantidades masivas de las sustancias, con el objetivo de aumentar la producción de máquinas de guerra. Este hecho desencadenó una enorme cantidad de drogadictos. En la posguerra se analizaron las graves consecuencias del uso irregular de estas drogas y, por tanto, se restringió su uso en algunos países.

En Brasil, la sustancia se vende en forma de medicamentos y debe ser recetada por médicos.

Estos medicamentos son utilizados actualmente por los camioneros, que los han bautizado como «remaches», y los jóvenes («speed freeks») los toman para tener un mejor desempeño en los estudios. También son comunes en las baladas, siendo conocidas como «hielo».

Sin embargo, el peligro es que su mayor uso es como moderador del apetito, lo que lo convierte en un gran riesgo para la salud, especialmente las mujeres, influenciadas por los medios de comunicación, que quieren obtener un cuerpo ideal, ignorando los graves efectos secundarios nocivos de su ingestión. .

Al igual que con otras drogas, con el tiempo el organismo se vuelve tolerante a la cantidad ingerida, lo que obliga a la persona a ingerir cada vez más para mantener los mismos efectos.

Entre los efectos a largo plazo se encuentran irritabilidad, deshidratación, insomnio o sueño inestable, aumento de la presión arterial, taquicardia, dolor de cabeza, mareos, mareos, temblores y pérdida de apetito, que pueden provocar anorexia y desnutrición.

El consumo excesivo de estos medicamentos puede provocar «psicosis anfetamínica”, Que puede durar días e incluso semanas. Durante este período, la persona presenta hiperexcitabilidad, insomnio, náuseas, vómitos, dolor de pecho intenso, temblores, alucinaciones, convulsiones e incluso puede morir.

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