Aspectos pedagógicos del término Competencia

Philippe Perrenoud es doctor en Sociología y Antropología, suizo, y se ha convertido en un referente para muchos educadores por sus ideas e investigaciones en el área de la formación del profesorado, la evaluación de los alumnos y, principalmente, la enseñanza por competencias, tema que representa la discusión central de este texto. Actualmente trabaja en áreas relacionadas con el plan de estudios, en las facultades de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad de Ginebra, aunque no tiene una formación como pedagogo.

Su influencia en la educación brasileña comenzó en la década de los noventa y hoy se puede conceptualizar como pedagogía por competencias, como se ha debatido en el ámbito escolar.

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Inicialmente, la definición del término competencia parece de fundamental importancia a lo que se pretende exponer, y se observa que esta tarea no es sencilla de realizar. El concepto de competencia ha recibido diferentes significados, a veces contradictorios y no siempre lo suficientemente claros. Por tanto, acaba siendo utilizado de forma imprecisa y polisémica, dando lugar a distintas interpretaciones. Tal gama de significados puede estar relacionada con los diversos estudios académicos sobre el tema, con las representaciones de los profesores y con la configuración misma que asume el término en el contexto del mundo del trabajo.

Para Meirieu (1998, p.01), “la noción de competencia es multidimensional, involucra facetas que van desde lo individual a lo sociocultural, situacional (contextual-organizacional) y procedimental”. Sin embargo, la plasticidad de esta noción puede representar un peligro, pues “cuando se asocia a los más diversos discursos, acaba siendo aceptada sin más restricciones, como una opción válida para cualquier concepción”. (CHEVALLARD, 1991, pág.61). Numerosos estudios, como los de Durand (2001), muestran la dificultad encontrada para tratar de especificar mejor una competencia, así como delimitar los universos en los que se utiliza. Sin embargo, puede verse como “la construcción de conceptos científicos que subyacen a la ejecución de acciones de manera competente, creativa e innovadora” (RAMOS, 2001, p. 76).

Las articulaciones del concepto de competencia al mundo del trabajo son constantes. Rey (2002, p. 71) concibe la competencia como «la capacidad de articular, movilizar y poner en acción los valores, conocimientos y habilidades necesarios para el desempeño eficiente y eficaz de las actividades que requiere la naturaleza del trabajo». Por eso Arruda (2000, p. 115) también piensa cuando dice que la competencia profesional es “la capacidad de movilizar múltiples recursos, incluidos los conocimientos teóricos y las experiencias de la vida profesional y personal, para dar respuesta a las diferentes demandas de las situaciones laborales”.

Según Deluiz (2001), la noción de competencia comenzó a utilizarse en Europa en la década de 1980. Para el autor, se origina en las Ciencias de la Organización y surge en el contexto de la crisis del modelo de organización taylorista / fordista, la globalización de la economía, exacerbación de la competencia en los mercados y demandas para mejorar la calidad de los productos y flexibilizar los procesos productivos y laborales (DELUIZ, 2001, p. 12). Según Machado (2001), en Brasil, a pesar de ser ya conocido en el ámbito de las ciencias humanas (notablemente en el campo de las ciencias cognitivas y lingüísticas) desde la década de 1970, se ha incorporado a los discursos de empresarios, técnicos de organismos públicos que tratan del trabajo y de algunos científicos sociales, como si fuera una consecuencia natural e inmanente del proceso de transformación en la base material del trabajo.

En cuanto a la dimensión pedagógica del término, surge con intensidad su correlación con la resolución de problemas. La literatura actual sobre la noción de competencia señala, según Deluiz (2001), en términos generales, … que la competencia es la capacidad de articular y movilizar conocimientos, habilidades y actitudes, poniéndolos en acción para resolver problemas y afrontar situaciones. imprevisibilidad en una determinada situación laboral concreta y en un determinado contexto cultural (DELUIZ, 2001, p. 13).

Aún privilegiando la dimensión pedagógica del término competencia, autores como Tardif (2002, p. 4-5) lo entienden como “modalidades prácticas de uso de conocimientos aplicados en situaciones adecuadas, a través de comportamientos y actitudes típicas en relación con los propósitos de la tarea ”. Para él, “ser competente es poder utilizar y aplicar procedimientos prácticos adecuados en una situación laboral concreta” (Ídem, ibídem). Para Machado (2002, p. 33), «la competencia es la virtualización de una acción, la capacidad de usar lo conocido para lograr lo que se desea, lo que se proyecta».

Se sabe que la coyuntura actual de la sociedad, en materia de formación curricular, ha exigido a las instituciones educativas, en todos los niveles, una gran responsabilidad en cuanto a innovaciones en sus prácticas pedagógicas y metodológicas. Particularmente en lo que respecta a las instituciones de educación básica, ahora existe una clara necesidad de formar estudiantes capaces de satisfacer las demandas del mundo del trabajo y su contexto particular. Para Perrenoud (1999, p. 08), “los profesionales de la enseñanza, en general, tienen una parte expresiva de la responsabilidad de realizar este tipo de transacciones, y para ello, sus habilidades deben estar alineadas con las demandas de la sociedad moderna”. Surge así una nueva mirada sobre el significado de la educación escolar, que en este texto se dirigirá a las nociones metodológicas del tema. La escuela de hoy ya no puede pensar en sí misma como aislada, selectiva, aparte de la vida «allá afuera», porque su «aquí adentro» y «allá afuera» son parte del mismo continuo y expresan el juego de posiciones y el color de lo que puede estar en la diversidad de tiempos y lugares de nuestra existencia. (MACHADO, 2002, vi)

Referencias:
DELUIZ, D. El modelo de competencias profesionales en el mundo laboral y educativo: implicaciones para el currículo. Boletín Técnico Senac, Río de Janeiro, v.27, n.3, p.13-25, sep./dez. 2001.

MACHADO, L. La institucionalización de la lógica de competencias en Brasil. Proposiciones, Campinas, v. 13, n. 1, pág. 92-110, enero / abril 2002.

PERRENOUD, Philippe. MAGNE, BC Building: habilidades de la escuela. Porto Alegre: Artmed, 1999.

TARDIF, M. Conocimientos docentes y formación profesional. 2. ed. Petrópolis: Vozes, 2002.

ARRUDA, MCC Calificación versus competencia. Boletín Técnico Senac, Río de Janeiro, Vol. 26, n. 2, p.19-27, mayo / agosto. 2000.

CHEVALLARD, Y. La transposición didáctica: saber saber aprender. Buenos Aires: Aique, 1991.

DURAND, J.-P. El modelo de competencia: un nuevo disfraz para las viejas ideas. Revista Latinoamericana de Estudios del Trabajo, México, vol. 7, n. 14 de 2001.

MACHADO, L. La institucionalización de la lógica de competencias en Brasil. Proposiciones, Campinas, v. 13, n. 1, pág. 92-110, enero / abril. 2002.

MEIRIEU, P. Aprendiendo … sí, pero ¿cómo? 7. ed. Porto Alegre: Artes médicas, 1998.

RAMOS, MN Pedagogía de competencias: ¿autonomía o adaptación? São Paulo: Cortez, 2001.

REY, B. Las competencias transversales en cuestión. Porto Alegre: Artmed, 2002.

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