Aura – Psicología –

Desde la infancia de la Humanidad, la vida se rige por la armonía entre la mente humana y el Cosmos, socios en la creación de hipótesis y conceptos. El hombre está involucrado en una red que lo relaciona con el otro y con el Universo; todo se entrelaza e interactúa dentro del ámbito de la creación, y la armonía es una ley ineludible.

Una cámara, en el acto de filmar, captura imágenes, las convierte en rayos de energía electromagnética que viajan por la atmósfera en forma de ondas hasta llegar a los receptores sintonizados con ella, en los que son decodificadas y traducidas nuevamente a dimensiones de imagen. Estos haces de energía contienen toda la información que constituye los datos cifrados.

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De manera similar, la mente del hombre capta estímulos externos, produce imágenes en su interior, emite estas producciones en forma de corriente mental, de la cual emanan las ondas mentales que se envían a aquellos con quienes mantiene una estrecha sintonía, y en su intelecto ellos se descifran y se transforman de nuevo en imágenes. La diferencia es que el pensamiento humano es una calle de dos sentidos; rico en características, no solo emite creaciones mentales, sino que también las recibe, enriquecido por otras ideas.

En la mente humana todas las imágenes transformadas en una corriente mental conservan igualmente todas sus características. Así, cuando el pensamiento irradia alrededor del ser, antes de dirigirse a sus afines, forma proyecciones que traducen formas de pensamiento, es decir, cada idea tiene una frecuencia, forma y onda mental diferente. Estas radiaciones mentales, que forman un halo alrededor del individuo, constituyen el aura.

Foto: Asmiana / Shutterstock.com

Si la persona está triste, envía un pensamiento correspondiente a esa tristeza, que se convierte en una cierta onda mental, que vibra de una manera específica. Por tanto, todo ser emite a su alrededor, cada vez que elabora una idea, formula palabras o practica acciones, una atmósfera energética que refleja las condiciones mentales, los deseos, los sentimientos, las imágenes que se producen en la mente.

Todo en el Universo y en el ser humano está compuesto de energía. Durante la vida material, el Hombre viste un cuerpo físico, pero éste está íntimamente entrelazado con una corporalidad más sutil, el llamado periespíritu. Este cuerpo espiritual, rico en recursos energéticos, está compuesto por fluidos que no se dejan delimitar por la esfera orgánica y se expanden en forma de energía electromagnética, que se llama aura.

Hoy, con el avance de la tecnología, no solo los videntes pueden ver esta esfera luminosa, sino que también es posible registrarla a través de fotografías Kirlian modernas. Aunque este campo de energía no es propiedad exclusiva del ser humano, tiene peculiaridades únicas en él, después de todo, el Hombre es el único ser que posee el poder del pensamiento continuo y el don de la reflexión.

A través del contenido vibratorio de cada emoción, es posible distinguir innumerables variedades de auras, que expresan fielmente la condición mental de cada una; no importa cuántas máscaras sociales lleve el individuo, si sus campos de energía son visibles, inmediatamente será despojado de su esencia. A través de esta vibración, las personas más sensibles, incluso si no pueden visualizar el aura, pueden desvelar, incluso parcialmente, las emociones de un ser.

Fuentes:
Profesor Rino Curti. Dolor y destino. Escuela de Educación de la Mediumnidad, Volumen 2. Volumen 1. Coalición Espírita.

Regis moral. Sanar la vida. Aspectos mediumnísticos. Editorial Allan Kardec, Campinas, 2008, p. 145.

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