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en árabe Abū al-Walīd Muḥammad ibn Ruchd
Filósofo islámico (Córdoba 1126-Marrakech 1198).
Si bien Occidente no había logrado preservar toda la herencia griega, fue a través de los eruditos árabes que la redescubrió. Con Averroes, un musulmán de España, culmina un pensamiento que pondrá en primer plano la obra de Aristóteles.
El jurista y el filósofo
Las biografías de Averroes difieren algo, pero coinciden en que es descendiente de una línea de juristas: su abuelo y su padre eran cadis de Córdoba. Recibió de los profesores más famosos de la época una educación que le proporcionó una erudición excepcional que se extendía a la jurisprudencia, la teología y la filosofía, la gramática, la medicina, la física, la astronomía y las matemáticas. Él mismo será Cadi de Sevilla (1169), luego Gran Cadi de Córdoba (1182). Introducido en la corte de los califas almohades en Marruecos, hizo allí su carrera como magistrado y médico, mientras desarrollaba su filosofía; pero éste se aleja de los rigores del Malikismo, entonces influyente entre el pueblo, y le vale un período de desgracia que acaba pocos meses antes de su muerte.
Averroes es uno de los principales comentaristas de Aristóteles, y todo su esfuerzo tiende a reconciliar la filosofía de este último con el Dios del Corán. Entre sus fuentes, algunas son auténticamente aristotélicas y otras neoplatónicas; procede así a la interpretación de textos ya interpretados. Hay cuatro tipos de libros en su obra: antes de 1162, el Paráfrasis Dónde Pequeños comentarios Aristóteles (Organon, Física, Metafísica, Partes de animales); durante los próximos quince años, Comentarios pequeños y medianos; más tarde, el Grandes comentarios, seguido de un panfleto sobre Platón; tratados científicos y escritos filosóficos (entre 1174 y 1180).
La influencia del maestro
Para Averroes, Aristóteles desarrolló la “prueba demostrativa”, un instrumento de ciencia y filosofía. Siguiéndolo, explica el mundo a través de conceptos físicos (materia, forma, movimiento) y no matemáticas. También defiende, con varios científicos de su época en España, la astronomía de Aristóteles frente a la de Ptolomeo. En medicina, siempre está de acuerdo con Aristóteles contra Galeno. En metafísica, su teoría del ser se basa en la sustancia: sustancias sensibles y corruptibles de nuestro mundo, sometidas al movimiento rectilíneo de los elementos; sustancia del cielo, sensible e incorruptible, sometida a movimientos circulares.
Dondequiera que pueda haber pruebas demostrativas, el suelo es filosofía. Pero esta prueba no se aplica a todos los problemas planteados por la mente humana, a los de los orígenes y los fines finales. Allí, debemos llevar la razón hasta sus últimos límites para reconocerlos. Pero no podemos ir más lejos, y la fe religiosa por sí sola es entonces capaz de dar una respuesta. Tal es el caso de los problemas de la creación del mundo, de la inmortalidad del alma y de Dios. Se muestra que la materia y el movimiento no se crean en el tiempo; pero, ¿podemos hablar de una eternidad de movimiento? Está probado que el alma individual, como forma del cuerpo, es corruptible; pero ¿cómo concebir un intelecto corruptible capaz de captar inteligibles incorruptibles y eternos? La razón busca, pero nada satisfactorio, y, en todos estos puntos, Averroès está lejos de aportar soluciones definitivas.
La mayoría de las obras de Averroes nos han llegado a través de traducciones al latín o al hebreo. En la Universidad de París ingresaron a partir de 1240. Averroès fue entonces, durante cuatro siglos, uno de los animadores del pensamiento occidental, despertando tantos discípulos como opositores. Así, Santo Tomás de Aquino, autor de un Contra Averroes, cuestiona los puntos de su doctrina que permanecen irreconciliables con la fe cristiana. En la era del humanismo, en xvmi s., el pensamiento de Averroes conocerá un nuevo momento fuerte en Occidente, en el círculo de los maestros de la escuela de Padua, que estarán entre los impulsores del Renacimiento.
¿»Doble verdad»?
En su Tratado breve (Fasl al-Maqal), Un trabajo de metodología, Averroès se esfuerza por demostrar la convergencia entre la Ley Coránica y la especulación filosófica. ¿Cómo podría el Corán no ser la verdad en sí misma, ya que es el resultado de un milagro de Dios? Por tanto, está destinado a todos los hombres. Con el Profeta, la fe y la razón, la religión y la filosofía coinciden. ¿Pero con el filósofo? En caso de conflicto, concluye de acuerdo con la razón, adhiriéndose a la fe. Es esta actitud ambigua la que denunciaron los adversarios de Averroes al hablar de “doble verdad”: una por razón y filosofía, otra por fe y religión.