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Combustible derivado de la biomasa (vegetales como oleaginosas, cereales o caña de azúcar, materia orgánica animal como purines o lodos de depuradora), que puede utilizarse como aditivo o sustituto de los combustibles derivados del petróleo, a veces denominado “combustible verde”.
1. Biocombustibles de primera generación
Los biocombustibles que se producen actualmente, conocidos como biocombustibles de primera generación, son de tres tipos: aceites (incluido el biodiésel), alcoholes (con bioetanol) y biogás (biometano). Los aceites y alcoholes son los dos principales sectores de producción; sin embargo, el biogás está en constante desarrollo.
1.1. el sector de los aceites
este sector porcentaje de plantas oleaginosas (girasol, colza, aceite de palma, ricino, etc.) de los que extrae aceites vegetales por presión (oa veces con un disolvente). Estos se pueden usar tal como están. (aceites vegetales crudos o HVB) Donde mezclado con combustible diesel (hasta 50%) en motores diesel, o transformado en biodiésel (o biodiésel). El biodiesel resulta de la transformación de los ácidos grasos de los aceites en ésteres (transesterificación) por la acción de un alcohol, etanol o metanol. Se puede utilizar como mezcla, hasta un 30%, en motores diésel convencionales. En el surtidor, desde 2010 se distribuye al 7% del combustible. En Alemania ya se han propuesto vehículos capaces de utilizar biodiésel puro.
El biodiesel es el biocombustible líder en uso en Europa (78% del consumo total de biocombustibles).
1.2. El sector de las bebidas alcohólicas
Con la excepción del metanol, producido a partir del metano, la producción de alcoholes se basa en plantas de azucar (remolacha azucarera, caña de azúcar) y plantas almidonadas (maíz, trigo, patata). El bioetanol se obtiene por fermentación alcohólica de azúcares -simples o complejos (almidón)- realizada por levaduras Saccharomyces. Por reacción posterior con isobuteno, permite obtener ETBE (etil-ter-butil-éter). El biobutanol se obtiene por fermentación acetonobutílica de azúcares, realizada por la bacteria Clostridium.
Los alcoholes están destinados a los motores de gasolina, en los que se pueden utilizar puros o mezclados. En Francia se utiliza principalmente ETBE, incorporado a la gasolina hasta un máximo del 15%. El biocombustible E10 contiene un 10% de bioetanol y un 90% de súper sin plomo. Pero el bioetanol se usa principalmente en Brasil y Estados Unidos, donde se mezcla con gasolina, respectivamente al 25% y al 15%. Por otro lado, los vehículos bicombustible, que utilizan la tecnología Flex-fuel (desarrollada originalmente para el mercado brasileño), permiten funcionar tanto con gasolina como con bioetanol, o una mezcla de ambos, independientemente de su proporción. En 2009, en Brasil, el 39% de los motores no diésel eran motores de combustible dual. En Europa, esta tecnología sigue siendo marginal, excepto en Suecia (segundo país usuario de Flex-fuel, detrás de Brasil); fue introducido en Francia en 2005 y utiliza Superetanol E85 como combustible (85% etanol y 15% Super Unleaded 95).
1.3. El sector del biogás
El biogás procede de la fermentación anaerobia -que se realiza sin oxígeno- de materia orgánica (plantas cultivadas, vertederos, lodos de depuradoras, etc.). Esta fermentación también se denomina metanización, porque el biogás se compone esencialmente de metano y dióxido de carbono (CO2). El biogás es en realidad el equivalente renovable del gas natural, que es un combustible fósil. Luego se refina para extraer biometano, que es metano puro. Como combustible, el biogás se utiliza principalmente en Suecia.
2. Beneficios de los biocombustibles
Los biocombustibles tienen la ventaja emitir mucho menos dióxido de carbono – que es un potente gas de efecto invernadero – que los combustibles tradicionales. La elección de promoverlos se explica principalmente por la preocupación por reducir la dependencia energética del petróleo, por ofrecer una alternativa al agotamiento de las fuentes de energía fósil y por limitar el efecto invernadero y el calentamiento global (en 2004, el tráfico de automóviles se estimaba en responsable del 17% de las emisiones globales de CO22). Los biocombustibles también ofrecen nuevas salidas para la agricultura.
La directiva europea de «energías renovables» de 2009 fija la cuota de energías renovables en el transporte en un 10 % para 2020. También establece el objetivo para esta fecha de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 10 %, en todo el ciclo de vida de todos los combustibles, en comparación a 2010.
3. Una alternativa controvertida
Sin embargo, ha surgido un debate sobre el interés ecológico real de los biocombustibles. Por un lado, los estudios que se han realizado sobre su eficiencia energética arrojan resultados contradictorios. Por tanto, no se ha establecido que la cantidad de energía proporcionada por la combustión de biocombustibles ser mucho más alto a la cantidad de energía consumida para producir y luego transformar las plantas que hacen posible su fabricación. También se discute el nivel de reducción de la contaminación del aire por los biocombustibles.
Por otro lado, el desarrollo masivo de cultivos destinados a la fabricación de biocombustibles conduce para reducir el lugar dado a los destinados a la alimentación, con la consecuencia de aumentar el hambre en el mundo. También está asociado a todos los problemas ecológicos inherentes a la agricultura intensiva y los monocultivos: empobrecimiento del suelo, reducción de las reservas hídricas, aumento del uso de fertilizantes nitrogenados, etc. En un informe publicado en 2007, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también estima que «la conversión de tierras para la producción de energía a partir de biomasa empujará al alza los precios de los alimentos». La OCDE también destaca los riesgos de erosión de la biodiversidad al reemplazar ecosistemas, como bosques, humedales y pastizales, con cultivos para agrocombustibles.
Sensible a las críticas vertidas contra los biocombustibles actuales, pero preocupados por mantener su objetivo de alcanzar un 10% de energías renovables en el transporte para 2020, los Estados miembros de la Unión Europea tienen previsto certificar únicamente los biocombustibles reduciendo las emisiones de CO en un 35%2 en comparación con los combustibles convencionales. Este umbral se incrementará al 50 % hacia 2017 y al 60 % en 2018, y eliminará notablemente la producción de combustible a base de colza y remolacha. Además, se otorgará una bonificación a los biocombustibles de tierra no utilizada para cultivos alimentarios. Por su parte, varios países, entre ellos Francia y Alemania, optaron en 2010 por hacer una pausa en el desarrollo de biocombustibles.
4. Perspectivas: biocombustibles de segunda y tercera generación
Se está investigando (sobre todo en Estados Unidos, Suecia y Suiza) para el desarrollo de biocombustibles de segunda generación, más respetuosos con el medio ambiente y con un equilibrio socioeconómico más favorable. La principal vía explorada es la de la transformación de las fibras celulósicas forestales (astillas de madera, aserrín, etc.) o agrícolas (tallos de maíz, paja de trigo, etc.) en etanol. También estamos estudiando la posibilidad de extraer aceites biocombustibles de plantas oleaginosas adaptadas a tierras áridas y no cultivables, como la jatofra (Jatrofa curcas).
Al mismo tiempo, ya se está explorando la pista de los biocombustibles de tercera generación: estos incluyen el cultivo de algas microscópicas (microalgas) en fotobiorreactores cerrados o estanques al aire libre, el cultivo de plantas adaptadas a terrenos áridos y no cultivables, etc. Estas microalgas pueden ser ricas en ácidos grasos (luego transesterificados para obtener biodiesel), lo suficiente como para esperar un rendimiento mucho mayor que las plantas oleaginosas, o contener azúcares que pueden transformarse en bioetanol; también se pueden transformar en biogás. El primer combustible que contiene biocombustible a base de microalgas (hasta un 7%) se probó en 2012.