Carlos Fuentes –

Escritor mexicano (Panamá 1928-México 2012).

Hijo de un diplomático nacido en Panamá, no regresó a vivir a México hasta 1944. Allí, colaborando inicialmente con diversas revistas políticas, comenzó con la noticia de Días de carnaval (1954) y una primera novela muy notada a la par que biografía de una ciudad – Ciudad de México – y síntesis del México contemporáneo (la región más clara, 1958), donde detectamos las influencias conjuntas de Dos Passos, Joyce y Faulkner, un análisis intransigente de la sociedad mexicana, y especialmente de su burguesía gobernante, a la que acusa de haber desviado la herencia en beneficio propio de la Revolución. Su técnica literaria, hecha de un “collage” de elementos narrativos muy diversos o una sucesión de monólogos y flashbacks, evoca la estética de los murales de un Rivera o un Siqueiros. Este es el caso de su famosa novela la muerte de Artemio Cruz (1962). El héroe epónimo, bastardo de campesina y gran terrateniente que la violó, se convirtió gradualmente, gracias a la Revolución (1910-1920), en un potentado de su país; se está muriendo en una habitación de hospital en la Ciudad de México, rodeado de su familia. Durante las doce horas que durará esta agonía, repasa su vida y su ascenso social, marcado por una sucesión de traiciones y compromisos. La historia, ingeniosamente concebida en trece secuencias, es una larga metáfora de México desde xxmi s. y constituye una reflexión desilusionada sobre la Revolución, traicionada por sus héroes. Con esta novela, Carlos Fuentes se sitúa a la vanguardia de la corriente del «desencanto», que ha sucedido a la del entusiasmo revolucionario caracterizado por la abundante producción de «novelistas de la Revolución».

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Para Fuentes, se trata de dar una visión “estallada” de la realidad del México posrevolucionario y de su capital, mediante una escritura que exprese el aspecto caótico y la violencia permanente, y que tome en cuenta las profundas contradicciones de su héroes. Luego emprende, en un tono que es fantástico (Tendrá, 1962), o realista (Canción de los ciegos 1964), pero siempre desde una perspectiva que subvierte la cronología (Área sagrada, 1967; Cambio de imagen 1967; Christophe y su huevo, 1987), una explicación de los principales mitos de la humanidad: sólo en la realidad romántica se pueden resolver las contradicciones del hombre. Sus héroes, a menudo los vencidos, lo convierten en el novelista de la frustración, del fracaso en la búsqueda de la felicidad, tema que se puede encontrar en una gran novela histórica. Terra Nostra (1975), quien, a través de un universo espacial y temporal ilimitado -la tierra entera y toda su historia, desde la Antigüedad hasta nuestros días-, glorifica la memoria y la imaginación: para Fuentes estos son los dos grandes valores del hombre- narrador, cuya absoluta obligación es transmitir la historia que ha recibido, para que nunca termine (la cabeza de la hidra, 1978; Cierto parentesco, 1980; las aguas quemadas, 1981 ; Viejo gringo 1985; Naranja, 1993; los años con Laura Diaz, 1999). Fuentes también escribió ensayos, ambos literarios (la casa de dos puertas, 1971; Cervantes o la crítica de la lectura, 1976) que político (Hora mexicana, 1972; América Latina: en guerra con el pasado, 1986). Se interesó por el teatro y ofreció algunas obras originales (El tuerto es rey 1970; Todos los gatos son grises 1971). Dentro En esto creo (2002), ofrece a su lector, en forma de diccionario, una autobiografía ficcionalizada.

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