

El gato adopta frente a la enfermedad un comportamiento diferente al del perro: cuando está enfermo, tiende a esconderse. Además de los cuidados de rutina destinados a proporcionar al gato un estilo de vida saludable, una serie de medidas preventivas proporcionan una protección eficaz contra muchas dolencias: parásitos, externos o internos, y enfermedades infecciosas (virales y bacterianas).
Los gatos viven unos quince años; el récord de longevidad conocido es de 36 años.
1. Parásitos
Los parásitos externos se asientan en la piel y el pelaje. Transmisibles de un gato a otro, se desarrollan especialmente en animales debilitados o mal mantenidos.
Las pulgas, por ejemplo, deben eliminarse con cuidado, ya que pueden transmitir tenias (verduras planas parasitarias intestinales) si son ingeridas por el gato.
La sarna felina (transmisible a los humanos) es causada por pequeños ácaros, con patas provistas de ventosas, que se desplazan por el espesor de la piel, provocando un intenso picor.

La tiña es una micosis (enfermedad causada por un hongo microscópico), también transmisible a los humanos; deja en el animal una tonsura de contornos bien marcados.
Para eliminar los parásitos externos, existe toda una gama de collares, insecticidas, acaricidas o fungicidas, en diversas presentaciones.
Además, cada gatito nace y crece con un gran stock de parásitos internos, transmitidos por la madre durante la gestación. Estos son más a menudo gusanos redondos (gusanos redondos que forman gránulos) o tenias (gusanos planos y muy largos). Provocan trastornos digestivos, pérdida de peso y picor en el ano que se trata administrando regularmente un antiparasitario tanto al gato joven como al adulto.
2. Enfermedades virales
El gato es susceptible a varias enfermedades virales, que contrae de gatos infectados.
El tifus, o panleucopenia felina, provoca violentos trastornos digestivos; el gato se deshidrata muy rápidamente y la mayoría de las veces muere. La enfermedad se ha vuelto rara gracias a la vacunación.
La coriza es una enfermedad de las vías respiratorias, mortal si no se trata. El síntoma más clásico es el estornudo; la mayoría de las veces se acompaña de conjuntivitis y pérdida completa del apetito. Existe una vacuna eficaz contra esta enfermedad.
La rabia, que se transmite a través de la saliva (mordedura de un animal infectado), es mortal en todos los casos. Fue declarado erradicado en Francia en 2001, pero existen riesgos de ser mordido por animales originarios de áreas endémicas e introducidos ilegalmente en el territorio. La vacuna antirrábica del gato es obligatoria cuando se viaja al extranjero o se acampa con el animal.
La leucemia felina (o leucosis) es causada por un retrovirus, FeLv (virus de la leucemia felina). Si el sistema inmunitario del animal no logra deshacerse de él, se multiplica en la sangre, provocando una deficiencia en este sistema. El gato entonces se vuelve susceptible a todo tipo de afecciones oportunistas (benignas en los gatos no afectados) y eventualmente muere. Los controles sistemáticos han demostrado que el 30% de los gatos, aparentemente en buen estado de salud, están infectados con este virus (se dice que son seropositivos con respecto a FeLv) y pueden transmitir el virus a sus congéneres. La transmisión se produce por contacto con fluidos corporales (saliva, sangre), por mordeduras o de madre a hijo durante el parto o la lactancia. Existe una vacuna eficaz contra el FeLv.
La leucemia felina a menudo se denomina erróneamente «sida felina». De hecho, existe el SIDA felino, pero el SIDA felino es una enfermedad diferente, causada por otro retrovirus, el FIV (virus de la inmunodeficiencia felina). Sus síntomas son similares a los de la leucemia felina: destrucción del sistema inmunitario que conduce a un debilitamiento y sensibilidad a las infecciones oportunistas. Ni el SIDA felino ni la leucemia felina pueden transmitirse a los humanos. (Ver también SIDA, VIH)
La peritonitis infecciosa felina (PIF) es una enfermedad crónica que provoca pérdida de apetito y de peso que finalmente conduce a la muerte del animal infectado. Resulta de la mutación de un coronavirus frecuentemente presente en gatos y generalmente benigno. Sus síntomas son variables e inespecíficos, lo que dificulta el diagnóstico.
3. Clamidiosis felina, una enfermedad bacteriana

La clamidiosis felina es causada por una bacteria del tipo clamidia (clamidia felis), que causa conjuntivitis (inflamación de las membranas mucosas del ojo) que afecta a un ojo y luego a ambos. En algunos casos, puede haber síntomas respiratorios como tos seca y/o estornudos. Existe una vacuna contra la clamidiosis felina.
4. Dos enfermedades asintomáticas transmisibles a humanos
El gato puede estar contaminado, sin ningún signo de enfermedad, por una bacteria, Bartonella henselae, que puede transmitirse a los humanos por rascado o mordisco, y que provoca en estos últimos la denominada enfermedad por arañazo de gato (o linforeticulosis benigna por inoculación). Es una condición esencialmente benigna, rara vez acompañada de complicaciones graves. La transmisión ocurre de un gato infectado a un gato sano a través de las picaduras de pulgas.


Los gatos también pueden ser portadores de toxoplasma, los parásitos responsables de la toxoplasmosis. Se infecta al comer ratones o pájaros, o carne cruda o poco cocida (cordero, res, cerdo). Los parásitos son evacuados en sus heces, lo que representa uno de los modos de contaminación para los humanos: al manipular basura contaminada o suelo de jardín. Benigna (e incluso asintomática) en la mayoría de los casos, la toxoplasmosis se asocia con un riesgo importante en personas inmunodeprimidas y en mujeres embarazadas no inmunes (el parásito, que atraviesa la placenta, puede causar malformaciones en el feto) – los Toxoplasmas no presentan ningún riesgo en Embarazadas vacunadas.