Chica da Silva: entre mito y realidad

Chica da Silva, Francisca da Silva, era una esclava liberada que vivía en Arraial do Tijuco, en Minas Gerais.

El mito de Chica da Silva creció a partir de los años 50 del siglo XX con la recuperación de los pueblos mineros. Desde entonces, su vida ha dado lugar a películas, canciones y novelas.

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Biografía

Chica da Silva nació de la unión de un esclavo y un portugués, situación no infrecuente en aquellos tiempos. Como su padre no los liberó, Chica da Silva fue vendida como esclava a un médico con el que acabaría teniendo un hijo.

Con la llegada del contratista de diamantes João Fernandes de Oliveira, en Arraial do Tijuco (ahora Diamantina / MG), compra Chica da Silva como esclava. Sin embargo, ella era más que eso, porque ambos se enamoraron y tuvieron trece hijos.

Chica da Silva
Casa da Chica da Silva donde hay un museo dedicado al ex residente en Diamantina (MG)

Chica da Silva fue liberada por João Fernandes y vivió como una dama rica e importante de aquellos tiempos. Realizó fiestas en su casa y ayudó a patrocinar iglesias locales.

Tras la muerte del padre de João Fernandes de Oliveira, regresó a Portugal para disputar la herencia con su madrastra. Se llevó consigo a los tres hijos varones que estudiaron en la Universidad de Coimbra. Murió en 1779 sin ver a Chica da Silva.

En cuanto a Chica da Silva, continuó administrando los activos de su compañera. Una de las formas de mantener sus ingresos era alquilar a sus esclavos a la Real Estação dos Diamantes, empresa de la Corona portuguesa, que exploraba la extracción de diamantes en el lugar.

Así, algunas de sus ocho hijas se han casado con éxito con hombres blancos o han ingresado a residencias de ancianos (conventos).

Contrario a las leyendas que circulan, Chica da Silva no fue cruel con los esclavos, pero tampoco fue un ángel de bondad. No hizo cortar la lengua a los jóvenes esclavos, ni liberó a los cautivos en la vida o en su voluntad.

Chica da Silva moriría en 1796 y sería enterrada en la Iglesia de São Francisco, reservada a los blancos. Su historia sería publicada por primera vez en 1868 por Joaquim Felício dos Santos, abogado de los herederos del ex esclavo.

Mito

Chica da Silva
Zezé Motta interpretó a Chica da Silva en la película homónima, dirigida por Cacá Diegues en 1976.

Las historias sobre Chica da Silva quedaron en la memoria oral de la región y se transmitieron de generación en generación. En el siglo XIX, sin embargo, Chica da Silva es descrita como una mujer fea, desdentada, calva y maliciosa, a la que mataban por celos a jóvenes que se acercaban a su marido.

A partir de la década de 1930, cuando el Barroco en Brasil comenzó a revalorizarse durante el gobierno de Getúlio Vargas, la figura se embelleció. En la década de 1960, con la publicación de la novela de Alípio de Melo, Chica da Silva es retratada como la mujer que venga la esclavitud.

En la década de 1970, cuando Brasil estaba bajo una dictadura militar, Chica da Silva se convirtió en la metáfora perfecta de los oprimidos luchando contra el opresor. De esta forma, es sexualizada y sensualizada al extremo y su popularidad aumenta con el estreno de la película homónima de Cacá Diegues en 1976.

El trabajo cinematográfico contó con una canción de Jorge Bem Jor y que mantiene a esta línea de mujeres adelantada a su tiempo.

En los 90, la biografía de Chica da Silva fue recuperada por la extinta TV Manchete, que la transformó en una telenovela. La trama requería escenas de sexo para conquistar al público, pero al menos tenía el mérito de tener la primera protagonista negra, la actriz Taís Araújo.

Por eso, hoy Chica da Silva es objeto del revisionismo histórico. Ahora, la investigación busca situarlo en el contexto esclavista de la época y descubrir una faceta más «normal» que la ficción nos ha acostumbrado.

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