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Insuficiencia circulatoria aguda tras insuficiencia funcional de la bomba cardíaca.
Causas
El shock cardiogénico se debe con mayor frecuencia a un infarto de miocardio extenso, en el que la parte válida del músculo cardíaco es insuficiente para proporcionar flujo sanguíneo, incluso cuando el cuerpo está en reposo. Otros trastornos, como lesiones valvulares graves, embolia pulmonar masiva, miocardiopatías (daño no coronario del músculo cardíaco) o miocarditis aguda, pueden, cuando se encuentran en una etapa avanzada, ser responsables del desarrollo de shock cardiogénico.
Signos y síntomas
El shock cardiogénico se caracteriza por una disminución de la presión arterial sistólica, asociada con una disminución del gasto cardíaco. Esto resulta en palidez de las extremidades, sudoración, enfriamiento de la piel, alteraciones de la conciencia, orina escasa y oscura. La función de bombeo deteriorada del corazón puede provocar congestión circulatoria en los pulmones, lo que a veces resulta en edema pulmonar.
Procesando
Se basa en medidas de reanimación en una unidad de cuidados intensivos, con el uso de sustancias que estimulan la contractilidad cardíaca (dobutamina, por ejemplo). Los dispositivos de apoyo circulatorio, como el balón de contrapulsación intraaórtico, pueden compensar parcialmente la disminución del flujo sanguíneo o disminuir la carga de trabajo del corazón. Si la causa del choque es un infarto agudo de miocardio, intentamos dilatar la trombosis coronaria desde las primeras horas mediante angioplastia de la arteria coronaria responsable.
En caso de insuficiencia cardíaca global, se puede colocar un corazón artificial externo (Thoratec), que asegura la supervivencia del paciente mientras espera un trasplante de corazón. Este suele ser el único recurso para los pacientes jóvenes.
Prevención
El shock cardiogénico es una condición grave; por tanto, el mejor tratamiento sigue siendo preventivo. Consiste en luchar contra los factores que favorecen el desarrollo de lesiones de las arterias coronarias: tabaquismo, obesidad, diabetes, colesterol alto, hipertensión arterial. En pacientes cardíacos, una evaluación médica precisa y un seguimiento periódico permiten orientar mejor la elección del tratamiento y, en particular, determinar el momento en el que se hace necesaria una intervención.