Ciudadanía y educación –

SOBRE EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA Y SUS REFLEXIONES EN LA ESCUELA

Acerca de ciudadanía el diccionario de lengua portuguesa Larousse pretende ser “cualidad de ciudadano”, “cualidad de una persona que posee, en una determinada comunidad, la política, el conjunto de derechos civiles y políticos”. Sin embargo, en la realidad que vivimos actualmente, si indagamos sobre el tema, ciertamente encontraremos diversidad de opiniones y ninguna definición que pueda contemplar plenamente el concepto de ciudadanía. Podemos decir que ser ciudadano significa tener derechos y deberes. Pero, ¿cómo podemos definir qué derechos y qué deberes? Por tanto, es en la determinación de estos derechos y deberes donde se encuentra el “nudo” relacionado con este complejo tema que es la ciudadanía.

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Se oye hablar de «educación para la ciudadanía», «proyectos educativos» centrados en la ciudadanía, en definitiva sociedades que tienen el foco de sus preocupaciones en el ciudadano. Pero a pesar de la discusión, que es bastante amplia, lo que se puede ver es que la literatura producida no aclara este aspecto importante para las sociedades llamadas democráticas. Importante en la medida en que, para ser democrática, una sociedad tiene una característica básica en la participación de sus individuos.

De todos modos, algunos autores, conscientes de la “confusión” que se establece sobre qué sería y cómo ejercer la ciudadanía, intentan dar alguna aclaración al respecto. Entre estos autores, Gentili y Alencar afirman que “la ciudadanía debe ser pensada como un conjunto de valores y prácticas cuyo ejercicio no se basa únicamente en el reconocimiento formal de los derechos y deberes que la constituyen en la vida cotidiana de las personas”. (Gentili y Alencar, 2001, p. 87). En otras palabras, no basta con definir formalmente un concepto. Más importante que eso es la práctica de esta definición. La ciudadanía significa, además del reconocimiento de los derechos y deberes de los ciudadanos, el cumplimiento de los mismos por parte de la sociedad. Por otro lado, tanto el reconocimiento como el cumplimiento de estos derechos y deberes, no debe -como es el sentido común- restringirse al ámbito político, es decir, al derecho y deber de votar y ser votado. Otro aspecto importante es que la ciudadanía tiene una condición de existencia en igualdad. Igualdad de derechos, deberes, oportunidades. Igualdad, en definitiva, de participación social y política.

En medio de esta indefinición, los “ciudadanos” enfrentan apenas dificultades en el ejercicio de estos derechos y deberes que en la realidad muchas veces son completamente ignorados. Si el individuo no tiene una definición de lo que es ciudadanía, obviamente no puede ejercerla plenamente. Al mismo tiempo, en la medida en que se percibe esta indefinición con respecto al concepto de ciudadanía, la democracia tampoco puede suceder ya que se hace en la participación de la ciudadanía. En otras palabras, la ciudadanía debe ser concebida como una condición fundamental para la existencia de una sociedad democrática. Evidentemente no se trata de ciudadanía “en el papel”, es decir, en teoría, sino de ciudadanía en la práctica, que debe suceder con la participación de cada integrante, cada ciudadano consciente de sus derechos, deberes y valores.

La complejidad del mundo globalizado, la amplitud de las comunicaciones, provocan esta indefinición sobre la ciudadanía. Si ser ciudadano significa, según el origen griego, en términos muy generales, ser habitante de la ciudad, esto implica pertenecer a un determinado espacio geográfico. Pero lo que se puede ver es que para la globalización no existen barreras. Al extrapolar estos límites desaparecen las peculiaridades de cada espacio y también de los individuos implicados. Todos serán “ciudadanos del mundo”, sujetos socialmente indefinidos. La velocidad de los cambios sociales también provoca cambios individuales. Esto requiere readaptación, reeducación. Es en este punto donde también hay que repensar la escuela, especialmente los docentes, que son los responsables directos de promover esta readaptación que requieren los cambios tecnológicos. Por tanto, es necesario repensar los valores y la forma de difundirlos, incluso en lo que respecta a la ciudadanía.

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