Clerocracia – Sociedad

Hay varias formas de organizar una sociedad políticamente. Este, por cierto, ha sido un tema debatido desde la antigüedad. Platón y Aristóteles, por ejemplo, ya discutieron sobre representaciones políticas benéficas y malas. Irónicamente, hemos experimentado ambos en el curso de la historia de la humanidad. Desde que los hombres comenzaron a vivir en comunidad, las disputas por el poder político se han vuelto evidentes y, en ciertos momentos, extremas. El poder político es diferente al poder económico, no es rico en dinero, pero conlleva una gran capacidad para influir en las personas. Está claro que, de manera ilegal, algunos políticos lograron un gran aumento de activos, pero esa no es la razón principal por la que, como hemos visto hoy, hay una gran disputa por mantener ocupados los puestos representativos. Los privilegios son innegables y están en el meollo del asunto.

La representación política más popular de nuestra época contemporánea es, sin duda, la democracia. A través de esta organización política, los ciudadanos que integran una determinada nación eligen a sus líderes directa o indirectamente. La democracia trae consigo la idea de participación popular, delegando al pueblo la capacidad de decidir su destino. Sin embargo, se trata de una noción política estrechamente vinculada al inicio del siglo XX y al éxito de los ideales liberales. La democracia no siempre fue la forma dominante de representación política. Durante siglos, la monarquía ha guiado las organizaciones políticas de varias naciones y reinos de todo el mundo. Organización en la que hay un líder soberano, el rey o el emperador, quien, solo, decide la dirección de su pueblo, de hecho, sus súbditos. Durante mucho tiempo, incluso, estos reyes fueron considerados representantes directos de los dioses de la Tierra. En otras palabras, eran monarquías que, a través del poder divino, otorgaban el liderazgo de un pueblo a un solo individuo.

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También podemos recordar muchas otras formas de organización política, como la oligarquía, la tiranía, la plutocracia o la tecnocracia. Actualmente, la teocracia es muy llamativa en países con una cultura predominantemente islámica. Este modelo representativo de gobierno se acerca a la idea que existía en el pasado de la monarquía divina. Los líderes teocráticos también gobiernan en nombre de un dios, en este caso, Alá. Sin embargo, los regímenes teocráticos de Oriente siguen fanáticamente lo que se dice en el libro que consideran sagrado, el Corán, que, como la Biblia, fue escrito hace muchos siglos. Como resultado, los líderes políticos y religiosos determinan reglas de conducta que a veces son extremas y prejuiciosas. Por eso las mujeres no pueden mostrar ninguna parte de su cuerpo en la vía pública y los fieles cometen actos terroristas en nombre de la divinidad que las representa.

Sin embargo, es necesario diferenciar la teocracia de Clerocracia. Esta forma de gobierno se caracteriza por el control que ejerce un grupo de sacerdotes o líderes religiosos, es decir, representantes del clero. Este no es siempre el caso en la teocracia, ya que su líder no tiene que ser necesariamente un miembro del clero, sino que debe seguir las leyes contenidas en su libro sagrado. La clerocracia concentra el poder político no en manos de una clase social específica, el clero, que, por supuesto, ejercerá un gobierno basado en los preceptos religiosos que representa.

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