Written by LA colitis es una enfermedad intestinal inflamatoria crónica, que cursa con signos gastrointestinales recurrentes y constantes. Se asume que la etiopatogenia de la colitis está relacionada con el componente genético del animal y la pérdida de tolerancia inmunológica a la microbiota local y / o componentes dietéticos.
El intestino es una estructura tubular larga, cuyo tamaño varía según la especie animal, pero la mayor parte de su longitud se debe al intestino delgado y al colon. Es a nivel intestinal donde se produce la absorción de nutrientes, electrolitos y agua de la dieta, y es también el lugar de interacción entre el sistema inmunológico, los antígenos presentes en los alimentos y la microbiota.
Histológicamente, el colon está compuesto por cuatro capas de tejido: mucosa, submucosa, muscular y serosa. La mucosa está formada por epitelio columnar y criptas que contienen células secretoras de moco; está plisado y tiene microvellosidades, pero en cantidad reducida. En la capa submucosa se encuentran los vasos sanguíneos, el plexo nervioso, los ganglios linfáticos solitarios y el tejido conectivo laxo. El músculo está formado por células musculares lisas y la capa serosa está constituida por tejido conjuntivo laxo, rodeado por epitelio escamoso simple o mesotelio, su función es la cubierta externa del órgano.
El riego sanguíneo intestinal emana de las arterias mesentéricas craneal y caudal, mientras que el drenaje linfático lo realizan los ganglios linfáticos cólicos (cólico derecho y cólico medial). El colon es una de las partes del intestino grueso que tiene mayor colonización bacteriana y, como resultado, suele estar involucrado en procesos inflamatorios e infecciosos. Su sistema de defensa comprende el tejido linfoide asociado al intestino (GALT), el epitelio intestinal, la lámina propia subyacente y los ganglios linfáticos mesentéricos de drenaje intestinal (mLN). Por lo tanto, depende de estos elementos la «tolerancia oral», es decir, la capacidad de soportar patógenos sin desencadenar una respuesta inmune.
Esta tolerancia es extremadamente importante para prevenir trastornos intestinales, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la alergia alimentaria y la enfermedad celíaca. Los animales afectados por colitis presentan una inflamación generalizada de la mucosa y / o submucosa con presencia de infiltrados difusos de células inflamatorias, tales como: eosinófilos, linfocitos, macrófagos, neutrófilos, plasmocitos.
La enfermedad es más común en perros y gatos de mediana edad, pero puede ocurrir en animales más jóvenes; no hay predisposición sexual, pero algunas razas caninas están más predispuestas. La colitis ulcerosa histiocítica se observa en Boxer, Bulldog francés, Doberman Pincher y otros. En felinos, la colitis linfoplasmocítica es la más reportada, seguida de la colitis eosinofílica. La colitis supurativa o neutrofílica y la colitis granulomatosa son menos frecuentes.
Los signos clínicos están relacionados con cambios provocados en la absorción, secreción y motilidad intestinal, que incluyen signos como diarrea y / o estreñimiento, disquecia, tenesmo, heces mucosas y hematoquecia. Este último puede ser el único signo en los gatos. La enfermedad no suele provocar pérdida de peso ni apetito.
Para el diagnóstico definitivo de colitis es necesario excluir otras posibles causas de inflamación intestinal, como enteropatías infecciosas, malformaciones anatómicas intestinales, falta de respuesta a terapia sintomática (como parasiticidas, antibióticos y dieta), cuerpos extraños, neoplasias intestinales y cualquier otras causas que pueden generar manifestaciones gastrointestinales.
La ecografía suele mostrar cambios como engrosamiento y pérdida de definición de las capas de la pared intestinal y linfadenomegalia mesentérica. Esta prueba también es importante para estimar la mejor forma de obtener fragmentos intestinales para análisis histopatológico, considerado el estándar de oro en el diagnóstico de colitis. A través de él se obtiene el tipo celular inflamatorio predominante, el tipo de epitelio afectado, la gravedad de la enfermedad y los cambios morfológicos asociados.
El tratamiento debe consistir en medicamentos como antiinflamatorios, antibióticos e inmunosupresores, además del manejo o terapia de alimentos. Para los perros, se recomienda una dieta rica en fibra, altamente digestible o con antígenos limitados, mientras que los felinos con colitis necesitan principalmente alimentos altamente digestibles, con el fin de restringir el volumen de ingesta entregado al colon dañado. Proporcionar solo una proteína o su forma hidrolizada también ayuda a reducir los antígenos de la dieta y la inflamación del colon.
El pronóstico varía según la respuesta del animal a la terapia, sin embargo, debido a la cronicidad de la enfermedad, las recaídas son bastante comunes. Por tanto, el seguimiento médico veterinario es fundamental para reajustar la terapia siempre que sea necesario y mantener estable al animal.
Referencias
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