Conciencia latina conscientia de scire saber

(Latín conciencia, de vio, saber)

Conocimiento, intuitivo o reflexivo inmediato, que cada uno tiene de su existencia y la del mundo exterior.

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FILOSOFÍA

La conciencia puede entenderse como la capacidad de «darse cuenta». El animal que huye del peligro se da cuenta de lo que está sucediendo: es consciente de lo que se le presenta. Sin embargo, no se da cuenta de que se da cuenta. El redoblamiento de la conciencia parece ser propiamente humano: sólo el hombre puede percibir el objeto y el acto mediante el cual lo percibe. De esta manera, puede tomarse a sí mismo como un objeto. Es así posible distinguir la conciencia inmediata, desprovista de reflexión, y la conciencia reflejada, capaz de volver sobre uno mismo. Esta distinción habitual resalta la particularidad del sujeto: solo él tiene conciencia de sí mismo.

Por tanto, los análisis de la conciencia están vinculados a una valoración del sujeto. Este tema no se desarrolló por sí mismo en la Antigüedad. Se vuelve central con la Reforma y el pensamiento moderno. Destino de los críticos del marxismo, el nietzscheanismo, el psicoanálisis, sin embargo sigue siendo y sigue jugando un papel importante, especialmente a nivel moral y legal.

Conciencia y sujeto

Descartes es, sin lugar a dudas, el principal pensador de la conciencia. El «pienso, luego existo» significa que la primera certeza es la de mi existencia: no puedo dudar de que soy porque el simple hecho de pensar me prueba que soy; Me doy cuenta de mí mismo mientras pienso, así que no puedo negar mi existencia; la negación aún sería una prueba de que existo. La conciencia es como una ciudadela inexpugnable: nadie puede hacerme creer que no lo soy. Gracias a la conciencia, siempre es posible distanciar y criticar la realidad. La conciencia es, pues, lo que funda la libertad humana y su dignidad: nada autoriza a un ser así a ser tratado como una cosa. Los derechos humanos en sus diferentes versiones basan la inviolabilidad de la persona humana en su condición de conciencia.

La conciencia sospechosa

La conciencia así entendida es objeto de una crítica radical. A pesar de sus notables diferencias, pensadores como Marx, Nietzsche o Freud disputan el carácter absoluto de la conciencia. Debemos situar la conciencia en un contexto más amplio: en lugar de considerarla como la facultad por la cual un sujeto se da el mundo y a sí mismo, debemos sacar a la luz los condicionamientos que la determinan, las fuerzas de producción, la voluntad, la fuerza, el inconsciente. . En consecuencia, la conciencia siempre llega demasiado tarde: ignora lo que la determina; es ciertamente la capacidad por la cual el individuo se percibe a sí mismo, pero no percibe lo que lo constituye profundamente. La conciencia es ciega a sí misma.

Conciencia rehabilitada

A pesar de su fuerza, estas críticas no fueron suficientes para privar a la noción de conciencia de su relevancia. Incluso si admitimos que la conciencia está determinada por el entorno o por el inconsciente, hay que reconocer que la crítica de estos condicionamientos sigue siendo un trabajo de la conciencia. De hecho, analizar las determinaciones equivale a realizarlo; los mecanismos de la fuerza de producción o las sinuosidades del inconsciente se frustran si se convierten en objeto del discurso, es decir de la conciencia. El pensamiento de Sartre juega un papel destacado en la rehabilitación de la conciencia como fundamento de la libertad.

Los reclamos de autonomía, la noción de objeción de conciencia, el trabajo de los tribunales son pruebas de la insuperable realidad de la conciencia.

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