

Conjunto de canales que garantizan la recogida y transporte de la bilis desde el hígado y excretada en el intestino delgado.
Estructura
Los conductos biliares, que forman parte del sistema digestivo, se dividen en conductos biliares intrahepáticos y extrahepáticos.
Conductos biliares intrahepáticos Están formados por pequeños conductos ubicados en el tejido hepático y que se unen en dos conductos hepáticos derecho e izquierdo.
Conductos biliares extrahepáticos incluir:
– los principales conductos biliares, que constan de los dos conductos hepáticos, que parten del hilio del hígado y se unen para formar el conducto hepático. Éste recibe el conducto cístico, que lo conecta con la vesícula biliar, y luego se convierte en el colédoco, que desciende por detrás del páncreas y termina, en la segunda porción del duodeno, en la ampolla de Vater; el conducto de Wirsung también termina en este punto, que transporta la secreción exocrina del páncreas. La salida de estos dos canales en el duodeno está rodeada por el esfínter de Oddi;
– el conducto biliar accesorio, una rama que une el camino principal, que incluye la vesícula biliar, donde se retiene la bilis hasta la digestión, y el conducto cístico, que conecta la vesícula con el colédoco.
Función
Los conductos biliares transportan la bilis al duodeno, donde participa en la digestión de las grasas. Cuando las grasas llegan al duodeno, desencadenan la secreción de una enzima, la colecistoquinina, que hace que la vesícula biliar se contraiga y el esfínter de Oddi se abra, de ahí la llegada de la bilis al duodeno.
Exámenes
Los conductos biliares se pueden explorar mediante diversas técnicas de imágenes médicas (en orden decreciente de seguridad): ecografía percutánea, resonancia magnética biliar (o colangiografía por resonancia magnética), echendoscopia, colangiografía endoscópica retrógrada (el colédoco desde el duodeno), colangiografía percutánea (la bilis los conductos se pinchan a través de la piel).
Patología
Los conductos biliares extrahepáticos pueden ser el asiento de trastornos congénitos (atresia de los conductos biliares) o adquiridos: litiasis coledocal o vesicular; tumores benignos y malignos del conducto biliar principal, vesícula biliar o ampolla de Vater; Infecciones (colecistitis, colangitis) que pueden complicarse con una peritonitis por perforación. Los conductos biliares intrahepáticos pueden resultar dañados por una afección autoinmune llamada cirrosis biliar primaria. Todas estas condiciones pueden obstaculizar la eliminación de la bilis, provocando dolor (cólico hepático) e ictericia.
Ver : colangio-MRI, colangitis esclerosante.