Conferencia de Bandung de abril de 1955

Conferencia que reunió a los representantes de 29 países asiáticos y africanos, quienes proclamaron su anticolonialismo, su deseo de emancipación y su negativa a ser instrumentos de la rivalidad de las grandes potencias (neutralismo).

Del 18 al 24 de abril de 1955, una conferencia de naciones afroasiáticas se reunió en Bandung, convocada por los gobiernos de Birmania, Ceilán, India, Indonesia y Pakistán. Asistieron a la conferencia: Afganistán, Camboya, República Popular de China, Egipto, Etiopía, Gold Coast (ahora Ghana), Irán, Irak, Japón, Jordania, Laos, Líbano, Liberia, Libia, Nepal, Filipinas, Arabia Saudita, Sudán, Siria , Tailandia, Turquía, Vietnam del Norte y del Sur y Yemen. En total, el presidente Sukarno y su primer ministro Ali Sastroamidjojo recibieron 600 delegados, incluidos los nombres del egipcio Nasser, el indio Nehru, el camboyano Sihanouk, el survietnamita Ngo Dinh Diem y el chino Zhou Enlai.

Durante esta conferencia, apodada la “Yalta afroasiática”, se plantearon varias cuestiones, en particular las relativas a la política colonialista de Francia en el norte de África y de la Unión Soviética en Turquía e Irak, los problemas de Taiwán, del Cercano Oriente y Nueva Guinea Occidental. Los occidentales siguieron esta conferencia con atención y desempeñaron un papel importante entre bastidores para inspirar a sus países, amigos o clientes. (Por ejemplo, Estados Unidos había brindado asistencia económica y militar a 20 países representados en Bandung).

El comunicado final estableció los principios de una política común. Basándose, en aras de la legalidad, en las declaraciones de la ONU, la conferencia afirmó la derecho de los pueblos a la autodeterminación, condenó las prácticas colonialistas y deploró cualquier política de segregación racial. También proclamó la igualdad de razas y naciones y la necesidad de cooperación económica y cultural. Expresando preocupación por el estado de tensión global, propuso la prohibición de la producción y prueba de armas nucleares, la necesidad de control internacional y pidió la resolución de conflictos por medios pacíficos.

Esta conferencia, colocada bajo el signo de la unidad, sigue siendo el símbolo de la conciencia de los pueblos asiático y africano que afirmaron su común deseo de independencia y lucha contra el colonialismo o neocolonialismo.

Marcó la entrada en la escena del Tercer Mundo y fue el preludio de la formación del movimiento de los no alineados.

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