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en chino Kongzi Dónde Kongfuzi [maître Kong]
Salvia china (circa 551-479 a.C.).
En un momento en que la educación y la cultura en la antigua China ya no eran privilegio de la alta aristocracia, surgió una clase de académicos de los que Confucio es representativo. Con él se estableció una escuela filosófica cuya doctrina fue la del Estado durante dos milenios.
La vida de un erudito
Nacido en el estado de Lu (ahora provincia de Shandong), se dice que Confucio vivió en una época en la que los emperadores de la dinastía Zhou habían perdido su autoridad sobre todo el país. De la figura histórica, solo se sabe que provenía de una familia noble caída; se decía que sus antepasados pertenecían a la casa ducal del Estado Song. Después de pasar un joven en la pobreza, Confucio ocupó un alto cargo en el gobierno del estado de Lu, como ministro de Justicia y como ministro interino. Se distinguió por la mediación que emprendió cuando el Príncipe de Lu entró en guerra con el Príncipe de Qi. Desafortunadamente, su vida política será corta. Hacia el 496 a.C., tuvo que exiliarse a raíz de una intriga política. Luego viajó de un estado a otro, con la esperanza de realizar su ideal de reforma política y social. Después de trece años de exilio, regresó al estado de Lu y murió allí poco después. La pequeña ciudad de Qufu, donde sería enterrado, se ha convertido una vez más en un alto lugar de peregrinaje.
En realidad, Confucio conocía el destino de los intelectuales de la época, el de las «cien escuelas» de filosofía, que se desplazaban de principado en principado para ofrecer, sin éxito duradero, sus servicios de asesoramiento a varios señores. Pero ninguno de ellos pondrá en práctica sus ideas. Su enseñanza, en cambio, se difundirá gracias a muchos discípulos, que recopilarán, tras la muerte del Maestro, una recopilación de sus preceptos: el Lunyu («Entrevistas»). Cuenta la tradición que clasificó y dispuso las Clásicos que existió durante su vida. Por otro lado, es muy poco probable que haya participado en su redacción.
El proyecto confucianista
Entrena al hombre
Los grandes problemas de la época de Confucio son políticos: ¿cómo gobernar? ¿Cómo puede reinar el orden en un estado y en todo el imperio? ¿Cómo asegurar a la gente una vida próspera y feliz? La solución que propone Confucio es la de un preceptor, de un educador: educar al hombre, tanto al que gobierna como al que gobierna. Para salvar a la sociedad, primero debemos salvar a las personas.
Gobernar por virtud
Gobernar es, en primer lugar, educar al pueblo, formar individuos. El que gobierna tiene la responsabilidad de un educador. Pero, para poder capacitar a otros, debes estar capacitado tú mismo. Y, al capacitar a otros, nos capacitamos a nosotros mismos. Un príncipe ideal gobierna en virtud de su virtud. Pero el príncipe que no sabe gobernarse a sí mismo, no puede gobernar a los demás.
Lord Ji Kang, cuestionando a Confucio sobre cómo gobernar, le dijo: «¿No haría bien en dar muerte a los malhechores para que la gente sea justa?» Confucio respondió: «Para gobernar al pueblo, ¿se necesita la pena de muerte?» Sea virtuoso usted mismo y su pueblo será virtuoso. La virtud del príncipe es como el viento; la del pueblo es como la hierba. En la ráfaga del viento, la hierba se dobla. «
Encontrar en uno mismo el ren
Ahora bien, ¿qué es ser virtuoso? ¿Qué significa entrenar al hombre? La virtud no se puede imponer desde fuera; al contrario, es una fuerza innata que podemos descubrir en nosotros mismos. Entrenar al hombre es despertar esta fuerza interior y desarrollarla. Confucio llama a esta cualidad la ren. Traducimos este término de diferentes formas: amor, altruismo, bondad, humanidad, virtud perfecta, etc. La dificultad para encontrar un equivalente se debe al hecho de que el propio Confucio lo usa en sentidos muy diferentes.
Ren es la esencia del hombre. Confucio no lo afirma, pero su pensamiento filosófico lo implica. En general, cuando el Maestro habla del hombre que posee ren, se refiere a aquel que es consciente de tenerlo y, por tanto, tiene un ardiente deseo de superarse a sí mismo mientras ayuda a los demás a superarse a sí mismo. El famoso aforismo «No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti» es el aspecto negativo de ren, que Confucio llama shu. El aspecto positivo de ren es «Haz a los demás lo que quieras que te hagan», que Confucio llama zhong.
Formular un programa educativo
Como educador, Confucio tiene un programa preciso. Quiere hacer de sus discípulos hombres consumados, útiles al Estado y a la sociedad. Afirma que su enseñanza no agrega nada nuevo y que se contenta con transmitir la cultura antigua, que es sólo una verdad a medias. El enseña a los seis Clásicos: el Yijing («Libro de los cambios»), el Shijing («Libro de las odas»), el Shujing («Libro de documentos»), en Liji («Memoria de los ritos»), el Yuejing («Libro de la música») y el Chunqiu («Anales de primavera y otoño»).
Aquellos Clásicos que fueron los cimientos de la educación aristocrática, Confucio los enseña a todos, sea el discípulo noble o no. Porque, para ser un hombre realizado, es necesario, por un lado, tener el ren y, por otro lado, ser cultivado. Confucio a veces hace cambios en la composición de los textos para dar interpretaciones derivadas de sus propios conceptos morales. Quiere justificar la cultura existente con un pensamiento filosófico. Más aún, busca liberar el significado de la cultura de su tiempo y darle nueva vida.
→ Confucianismo.