Corales: qué son, cómo se forman, importancia ecológica

los arrecifes de coral albergan alrededor del 25% de la diversidad marina del planeta, y por ello se les conoce como «los bosques tropicales de los océanos». A pesar de su alta diversidad, caracterizada por aproximadamente 2 millones de especies, estos ecosistemas cubren menos del 1% del área de los océanos, y se encuentran solo en las regiones tropicales.

Características

Los corales están formados por pólipos, animales que componen la Clase Anthozoa, del phylum Cnidaria. Su cuerpo se compone de tres partes principales: la boca, rodeada de tentáculos orales punzantes; el cuerpo cilíndrico, compuesto por la mesoglea, una masa gelatinosa encargada de llenar los espacios entre la epidermis y la gastrodermis de los cnidarios; y el esqueleto de caliza, formado principalmente por carbonato de calcio (87%) secretado por los pólipos, cuya función principal es la de sustentar al coral. Es incluso el esqueleto de piedra caliza el que conecta los pólipos, haciendo que la colonia funcione como un solo individuo; este material es también uno de los principales formadores de matriz arrecifal junto con algas calcáreas, naufragios y rocas, dando origen al diverso ecosistema arrecifal.

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Arrecife de coral. Foto: Volodymyr Goinyk / Shutterstock.com

La riqueza de formas y colores es también una de las principales características de los corales que favorecen las asociaciones con organismos de otros grupos, como peces y crustáceos. Sin embargo, la mayoría de los pólipos de coral son translúcidos. De esta forma, sus colores son el resultado de interacciones con unas microalgas llamadas zooxantelas. Estas algas unicelulares también proporcionan parte de su alimento (producido a través de la fotosíntesis) a los corales, ayudando a satisfacer sus necesidades nutricionales, mientras que los corales brindan refugio y protección a las zooxantelas, una relación conocida como simbiosis. Esta interacción es también una de las principales razones por las que los corales habitan en zonas poco profundas, ya que las zooxantelas necesitan luz solar para realizar la fotosíntesis.

Además de los azúcares proporcionados por las zooxantelas, los corales también se alimentan de zooplancton o de pequeños peces. Para ello, utilizan una neurotoxina urticante que se almacena en los cnidocitos, células especializadas en sus tentáculos orales. Los cnidocitos (o cnidoblastos) son incluso la estructura que dio nombre al filo Cnidaria, que deriva del griego ‘knidos’ y significa ‘escozor’ o ‘quemazón’. Estas células tienen forma de cápsula y tienen una estructura llamada cnidocilio, que actúa como un disparador; cuando es estimulado, el nematocisto se proyecta fuera de la cápsula y se adhiere al cuerpo de la presa, liberando una sustancia urticante capaz de paralizarla, facilitando su captura e ingestión.

Los corales pueden reproducirse sexual o asexualmente. En el primer caso, los corales producen espermatozoides y óvulos simultáneamente (es decir, producción de dos gametos por el mismo coral) o alternativamente (es decir, producción de un solo tipo de gameto por cada coral), liberándolos a la columna de agua. Cuando se produce la fecundación, se forma una larva de coral que se deposita sobre el sustrato, transformándose en un nuevo pólipo de coral, que da lugar a una nueva colonia a través de sucesivas divisiones. La reproducción asexual, por otro lado, puede ocurrir a través de dos mecanismos principales: la brotación de un pólipo del individuo parental, o por la fragmentación de colonias (esto es más común después de tormentas o destrucción por barcos de pesca). En ambos casos, los nuevos corales son clones de la colonia parental.

Los arrecifes de coral forman ecosistemas de alta biodiversidad. Foto: Timothy Baxter / Shutterstock.com

amenazas

Los corales son vulnerables a diversos impactos antrópicos, entre los que destacan el cambio climático y la sobrepesca. Estos animales son sensibles a los rápidos aumentos de temperatura, y cuando están estresados ​​expulsan zooxantelas de sus pólipos, provocando su decoloración y, en casos más graves, su muerte. La acidificación de los océanos también representa un peligro inminente para estos animales, ya que reduce la disponibilidad de carbonato de calcio en el agua, el componente principal de los esqueletos de piedra caliza de coral. La pesca destructiva caracterizada por el uso de redes de fondo arrastradas por lanchas motorizadas, explosivos, entre otros, también tiene efectos negativos sobre los corales, reduciendo la complejidad del ecosistema arrecifal y, en consecuencia, la biodiversidad local.

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Referencias:

Vigilando los corales: Instagram del Laboratorio de Ecología Marina de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte. Disponible en: https://instagram.com/deolhonoscorais

Santuario Marino Nacional de los Cayos de Florida. Los corales pueden reproducirse asexual y sexualmente. Disponible en: https://floridakeys.noaa.gov/corals/reproduce.html

National Geographic. corales Disponible en: https://www.nationalgeographic.com/animals/invertebrates/group/corals/

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