delincuencia juvenil –

Todas las infracciones cometidas, en un momento y lugar determinados, por menores.

CORRECTO

La delincuencia juvenil es un fenómeno complejo, vinculado al desarrollo de la sociedad urbana e industrial y a la evolución de las costumbres en el mundo moderno. Ha estado en el centro del debate público desde finales de la década de los noventa por su crecimiento, en un contexto marcado por el aumento de la delincuencia en general y el sentimiento de inseguridad. Es un concepto que interesa al mismo tiempo al abogado, al sociólogo y al psicólogo. El estudio de este fenómeno responde a un doble objetivo: determinar, con el fin de prevención, las causas que empujan a los jóvenes a violar las leyes de la sociedad; buscar las formas más eficientes de organizar el represión actos antisociales cometidos por jóvenes.

Causas de la delincuencia juvenil

La delincuencia se ha interpretado durante mucho tiempo como un fenómeno hereditario, vinculado a discapacidades intelectuales o trastornos mentales. Pero este rasgo está lejos de ser determinante. De hecho, la delincuencia juvenil resulta de una conjunto de factores cuyo impacto es más o menos importante según el individuo. Estos factores pueden agruparse en tres grandes grupos: factores vinculados a la propia psicología del adolescente y a la fragilidad que caracteriza esta etapa del desarrollo humano; factores familiares; factores sociales (especialmente la vida escolar) y económicos.

A diferencia del hombre adulto, que voluntariamente soporta ciertas limitaciones para adaptarse a la sociedad, el joven delincuente rechaza los valores de esta sociedad. Lo siente injusto e impersonal, y considera las reglas sociales como obstáculos para la satisfacción de sus deseos. Pero esta actitud de rechazo es básicamente una exageración de una tendencia natural en todos los adolescentes. Este fenómeno también puede acentuarse por deficiencias educativas, debido adebilitamiento de la autoridad familiar, o emocional, en situaciones donde los padres están desunidos y donde el niño sufre las tensiones y desequilibrios que se derivan de ello.

El fracaso escolar y, de manera más general, dificultades en la escuela y la integración profesional también juegan un papel considerable en la delincuencia juvenil. El adolescente que se sienta marginado buscará la compañía de jóvenes que se le asemejen, lo que favorece un fenómeno de incitación y de actuación. El grupo así formado ocupa el lugar de la familia que falta o que no comprende los problemas a los que se enfrentan los jóvenes. La cinta es una especie de escape de la realidad social del mundo adulto. El adolescente busca crear allí la posición a la que aspira y que no encuentra en la vida escolar.

Estos factores se refuerzan en las zonas urbanas, donde las desigualdades sociales se perciben de forma más aguda, donde múltiples solicitaciones pueden acentuar las tendencias naturales de rebelión del adolescente. Esto explica la frecuencia de robos de objetos asociados a la idea de comodidad (coches, ropa de marca, teléfonos móviles), y arroja luz sobre el papel que juegan los factores económicos y sociales en la delincuencia juvenil. Esto parece estar estructuralmente vinculado al funcionamiento de la sociedad de consumo y la existencia de fuertes desigualdades sociales.

Evolución de la delincuencia juvenil

Es difícil determinar estadísticamente la importancia del fenómeno de la delincuencia entre los jóvenes. Esto se debe a que no se denuncian todas las infracciones; los padres a menudo prefieren ocuparse ellos mismos de los problemas de conducta de sus hijos. También hay que tener en cuenta los cambios legislativos (según el período, se penalizan determinados actos y se despenalizan otros). Sin embargo, algunas tendencias importantes marcan la evolución de la delincuencia juvenil en Francia (y más generalmente en Europa y América del Norte). Hubo un aumento en la delincuencia juvenil durante la Segunda Guerra Mundial, seguido de una pausa en los primeros diez años después de la guerra. Observamos una recuperación muy clara de la década de 1960 (con la aparición de «chaquetas negras») y luego, a partir de la década de 1980, un progresión de la delincuencia juvenil tanto cuantitativa como cualitativamente.

En general, los desarrollos recientes están marcados por un rejuvenecimiento de la edad de entrada en la delincuencia y una agravación de la delincuencia. Sin embargo, algunas características de la delincuencia juvenil permanecen sin cambios. Así, los delitos contra bienes y propiedad (hurto, hurto) representan dos tercios de los delitos señalados entre los jóvenes. Asimismo, la violencia grave contra las personas solo afecta a un número relativamente pequeño de delincuentes juveniles. En este contexto, las estadísticas penales muestran, sin embargo, un aumento de la violencia contra las instituciones (vandalismo contra la propiedad pública, formas de irrespeto y agresión a las personas representantes de las instituciones), un aumento de la violencia entre los jóvenes y el desarrollo del narcotráfico entre los menores. Finalmente, las estadísticas criminales muestran la multiplicación de descortesía imputables a menores: actos de desorden, insolencia, insultos, degradación de la vivienda, etc.

Lucha contra la delincuencia juvenil

Hasta el comienzo de xxmi s., la lucha contra la delincuencia juvenil se ha centrado principalmente en represión. A raíz de la Segunda Guerra Mundial, nació una nueva concepción de la justicia de menores, instituida en Francia por elordenanza de 2 de febrero de 1945 sobre niños delincuentes. Se establecen dos principios: primacía de lo educativo sobre lo represivo (la medida educativa debe ser la regla y la sanción la excepción); principio de responsabilidad penal reducida y escalonado según la edad del menor, enmarcado en el establecimiento de tribunales especializados (juez de menores, tribunal de menores, sala especial del tribunal de apelación, tribunal de lo penal de menores).

Por tanto, se definen estrictamente tres grupos de edad: los jóvenes delincuentes menores de trece años no pueden ser declarados penalmente responsables y solo pueden ser objeto de medidas educativas o de internamiento en un establecimiento especializado; los infractores entre los trece y los dieciséis años pueden ser castigados con penas de prisión pero se benefician de la excusa de la minoría, que atenúa su condena en comparación con las prescritas para los infractores adultos; finalmente, los delincuentes entre dieciséis y dieciocho años no se benefician necesariamente de la excusa de la minoría.

En este nuevo marco, se creó un departamento de educación supervisado; en 1990 se convirtió en la Dirección de Protección Juvenil Judicial, y es responsable de garantizar misión de educación y prevención con jóvenes delincuentes juveniles o en peligro. En efecto, la característica de este sistema de justicia juvenil es enfatizar la protección de los menores, ya sean delincuentes o en situación de peligro (maltrato, ausencia de los padres, fuga, etc.), y establecer jurisdicciones comunes. En este dispositivo, el juez de menores ocupa una función clave, ya que es competente tanto para prescribir medidas de asistencia educativa (cuando un menor está en peligro en su familia) como para prescribir medidas de rehabilitación (en el caso de un menor infractor).

Durante la década de 1990, las disposiciones de la ordenanza de 1945 fueron cuestionadas ante el agravamiento de la delincuencia juvenil, atribuible para algunos al fracaso de un sistema de justicia que priorizaba la educación y que no sancionaba suficientemente. Es por ello que en 2002 una nueva ley refuerza la represión y las penas privativas de libertad. En particular, instituye sanciones penales, denominadas sanciones educativas, contra niños a partir de los diez años, y autoriza la internación de menores reincidentes en centros educativos cerrados.

Los expertos coinciden en que el castigo tiene cabida en la educación, pero no puede ser la única medida que se tome contra los menores. El trato impuesto a los jóvenes delincuentes solo tiene sentido si les permite rehabilitar y que si les da posibilidades de inserción. Además, la lucha contra la delincuencia juvenil depende en gran medida de la eficacia de los métodos de prevención establecidos para proteger a los jóvenes y ayúdalos. En efecto, la sociedad puede ser considerada como la primera responsable de las faltas que se imputan a la juventud, porque no siempre ofrece a los jóvenes todo lo que tienen derecho a esperar: participación en la vida colectiva, éxito académico y perspectivas laborales, posibilidad de ocupar su tiempo libre (instalaciones deportivas, centros juveniles).

Varios países, incluido Estados Unidos, han adoptado un sistema para encontrar jóvenes no aptos para el tratamiento preventivo. Se trata de monitorear a ciertos adolescentes que aún no han cometido ningún delito, pero que ya son considerados pre-delincuente. Sin embargo, el proceso, también previsto en Francia para filtrar a los futuros delincuentes de la guardería, tiene el grave inconveniente de ser arbitrario. Los resultados obtenidos hasta el momento no han sido muy positivos.

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