Descartes y la naturaleza del cuerpo y la mente

La naturaleza del cuerpo

Según Descartes, el cuerpo está hecho de materia física y, por tanto, tiene propiedades comunes a cualquier materia, como el tamaño, el peso y la capacidad motora. Entonces, las leyes que gobiernan la física también gobiernan el cuerpo humano.

Con esta línea de razonamiento, Descartes observó que algunos robots, en su momento creados para entretener a la gente, tenían sus movimientos realizados a través de tuberías a través de las cuales se presionaba el agua, haciendo que las partes móviles de los robots (piernas, brazos y cabeza) ganaran movimientos que imitó la del ser humano.

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Sin embargo, se dio cuenta de que, aun pareciendo un movimiento humano, los robots solo se movían por el agua que circulaba por sus tubos, no siendo el resultado de la acción voluntaria de la máquina. Así, el ser humano es algo mucho más complejo que los movimientos, pudiendo realizar acciones independientemente de su voluntad.

Esta pregunta llevó a Descartes a elaborar la idea de la reflejo ondulatorio, modernamente conocido como teoría del acto reflejo, según el cual un estímulo externo puede generar un movimiento corporal que no depende de la voluntad del sujeto, como el movimiento de la pierna cuando un médico golpea la rodilla con un pequeño martillo (reflejo rotuliano). Según esta teoría, el comportamiento reflejo no implica pensar.

El trabajo de Descartes sirvió de subsidio a la hipótesis científica de predecir el comportamiento humano. Esta hipótesis decía que la conducta humana podía predecirse, siempre que se conocieran los estímulos aplicados al sujeto. Por lo tanto, una puñalada en el brazo debería, necesariamente, generar una reacción para retirar el brazo del sitio del estímulo y esta reacción sería común en todos los sujetos.

Esto habría creado la distinción total entre seres humanos y animales, considerándose estos últimos como desalmados y, por tanto, sin sentimientos ni voluntad, actuando sólo por actos reflejos, equivalentes a los robots.

La naturaleza de la mente

Según la teoría de Descartes, la mente es de naturaleza inmaterial, es decir, no tiene forma, peso ni medida, sin embargo, está dotada de capacidad para pensamientos y otros procesos cognitivos (cognición = capacidad de adquirir conocimiento), proporcionando a la información del ser humano sobre el mundo exterior.

Esta capacidad de pensamiento separa la mente de todo el mundo físico. Por tanto, para estudiarlo es necesario saber separar las reacciones físicas de las emocionales. Como la mente tiene la capacidad de pensar, percibir y querer, influye en el cuerpo y es influenciada por él. Por ejemplo, cuando pensamos en realizar alguna acción, esta decisión influye en los músculos para realizar la acción deseada. Asimismo, cuando el cuerpo recibe algún estímulo, como la luz, por ejemplo, la mente capta ese estímulo, lo interpreta y determina la respuesta adecuada.

Para Descartes, el único acto realmente verdadero que produce la mente es el pensamiento, y todo lo demás, incluido el mundo material, está abierto a la duda, es decir, todo lo que vemos, sentimos, tocamos, puede ser fruto de nuestra imaginación, no existe realmente. Solo el pensamiento tiene fuerza y ​​prueba de verdad.

Así, mediante el puro y simple acto de pensar, Descartes probó la existencia del pensamiento, sin que nadie pudiera dudarlo. Imagina cualquier cosa y verás que se puede dudar, pero el pensamiento no puede, porque el acto mismo de pensar prueba la existencia del pensamiento. De ahí la famosa frase de Descartes “pienso, luego existo”. Siguiendo este razonamiento, el pensamiento es la única verdad indiscutible.

Interacción cuerpo-mente

La teoría de Descartes de la interacción mente-cuerpo tuvo que pasar por una investigación sobre el punto exacto en el que se produce esta interacción, antes de completarse. Para él, la mente era una unidad y, por tanto, debería interactuar con el cuerpo en un solo punto. Su investigación lo llevó a creer que este punto era el cerebro, al darse cuenta de que las sensaciones viajaban a él, donde surgían los movimientos.

Para él estaba claro que el cerebro era el punto central de las funciones de la mente y que la única estructura unitaria del cerebro sería el cuerpo pineal (glándula ubicada detrás de la tercera cavidad del cerebro) o conarium. Descartes consideró este punto como el centro de la interacción cuerpo-mente.

Usó los conceptos de mecanismo para describir la interacción cuerpo-mente. Propuso que el movimiento del espíritu animal (como se llamaba el alma a la esencia de la vida) en los tubos nerviosos deja una impresión en el conarium y por eso la mente produce la sensación. En otras palabras, la cantidad de movimiento físico produce una cantidad o sensación mental. También ocurre lo contrario: la mente crea una impresión en el conarium y esta impresión hace que el espíritu animal fluya hacia los músculos, dando como resultado un movimiento corporal.

Bibliografía:
Historia de la Psicología Moderna / Duane P. Schultz, Sydney Ellen Schultz; Traducción de Suely Sonoe Murai Cuccio. – São Paulo: Cengage Learning, 2009.

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