Deshidratación: causas, síntomas, consecuencias, cómo evitar

LA deshidración es una condición caracterizada por el uso excesivo o pérdida de líquidos corporales a un ritmo mayor que el de la ingestión, afectando el funcionamiento normal del organismo. La deshidratación, a pesar de ser una afección fácilmente tratable, puede tener consecuencias más graves en los niños y los ancianos que en los adultos jóvenes.

Los ataques intensos y continuos de vómitos y diarreas son las principales causas de deshidratación en los niños. En adultos y ancianos, además del escaso consumo de agua, algunas enfermedades o el uso de medicamentos específicos pueden provocar deshidratación. Aunque la mayoría de los casos pueden resolverse simplemente aumentando el consumo de líquidos, la deshidratación grave requiere tratamiento médico urgente, incluida la administración de líquidos por vía intravenosa.

¿Eres estudiante, profesor o academia?

DATE DE ALTA EN NUESTRA RED SOCIAL!, Grupos de estudio, apuntes, escribe en tu propio blog, añadir tu academia o dar clases particulares y Aprende!!!.

Abrir un perfil

Hacer ejercicio al sol sin beber agua rápidamente provocará deshidratación. Foto: Maridav / Shutterstock.com

La sed no es un buen indicador del estado de hidratación corporal, y muchas personas casi no sienten sed o solo despiertan esta sensación cuando ya están deshidratadas. Por ello, se recomienda beber al menos 2 litros de agua al día, aumentando este volumen en los días calurosos, si realiza actividad física o si está enfermo. En algunos casos de patologías crónicas (como insuficiencia renal), el médico determina el volumen mínimo y máximo de ingesta diaria de líquidos. Los signos de deshidratación corporal varían entre niños y adultos. La boca seca, el llanto sin lágrimas, los ojos hundidos en la cara y la irritabilidad son signos de deshidratación en bebés y niños pequeños. Para los adultos, la falta de líquidos causa mareos, debilidad, confusión mental y orina oscura menos frecuente. El envejecimiento reduce las reservas de líquidos del organismo, lo que hace que las personas mayores corran un mayor riesgo de sufrir efectos de deshidratación.

La pérdida de fluidos corporales se intensifica en una variedad de enfermedades que causan fiebre (gripe e inflamación), vómitos (infecciones gastrointestinales), diarrea (intoxicación alimentaria e infecciones bacterianas) o aumentan la frecuencia de la micción (diabetes). Las posibles complicaciones de la deshidratación varían según el grado de pérdida de líquidos, que van desde desmayos leves hasta efectos más peligrosos como convulsiones, problemas renales y shock circulatorio. Las convulsiones son movimientos musculares erráticos e involuntarios asociados con un desequilibrio en la concentración de electrolitos, moléculas responsables de transmitir las señales eléctricas del cuerpo. Los problemas renales asociados con la deshidratación van desde la formación de cálculos renales hasta la insuficiencia renal crónica, que requiere tratamiento con hemodiálisis. Esta técnica consiste en la filtración extracorpórea de la sangre del paciente, realizada en una máquina que contiene una serie de filtros que simulan la función de los riñones. Finalmente, el shock circulatorio puede ocurrir cuando hay una reducción en el volumen sanguíneo, asociado con una menor ingesta de líquidos, lo que provoca una caída en la presión arterial y una disminución en la cantidad de oxígeno entregado a los órganos, que es uno de los peores y más graves complicaciones de la deshidratación.

La forma más eficaz de prevenir la deshidratación es beber una cantidad considerable de agua y líquidos no alcohólicos, consumir alimentos ricos en agua (como frutas y verduras suculentas) y realizar un seguimiento de la frecuencia y el color de la orina. Los tonos amarillentos oscuros o orinar algunas veces al día indican la necesidad de consumir más líquidos.

Referencias:

Dudzinski, PJ, Petrone, AF, Persoff, M. y Callaghan, EE (1971). Insuficiencia renal aguda tras urografía excretora a dosis altas en pacientes deshidratados. La Revista de Urología, 106(5), 619-621.

Mackenzie, A., Barnes, G. y Shann, F. (1989). Signos clínicos de deshidratación en niños. La lanceta, 334(8663), 605-607.

Thomas, DR, Cote, TR, Lawhorne, L., Levenson, SA, Rubenstein, LZ, Smith, DA y Council, D. (2008). Comprender la deshidratación clínica y su tratamiento. Revista de la Asociación Estadounidense de Directores Médicos, 9(5), 292-301.

AVISO LEGAL: La información proporcionada en esta página solo debe usarse con fines informativos y nunca puede usarse como sustituto de un diagnóstico médico por parte de un profesional calificado. Los autores de este sitio web renuncian a cualquier responsabilidad legal que se derive del mal uso de la información aquí publicada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *