Deuda histórica – concepto, origen, ejemplos – Sociología

El concepto de deuda histórica designa la responsabilidad que las generaciones actuales, los gobiernos y los estados nacionales tendrían en relación con las injusticias cometidas contra las generaciones pasadas, especialmente en los grupos sociales minoritarios. Así, el debate sobre la existencia o no de una deuda histórica es también el debate sobre cuáles serían los deberes reparadores de las generaciones contemporáneas frente a las generaciones anteriores. Si bien el objetivo es defender la necesidad de la aplicación de políticas públicas afirmativas para reparar estas injusticias históricas, hay dos líneas argumentales básicas que se destacan: la primera que enfatiza la necesidad de la reparación histórica en sí misma, mientras que la segunda que privilegia la medida reparadora como forma de garantizar la igualdad de oportunidades en la sociedad actual.

La línea que arroja más luz sobre el carácter histórico de las injusticias, sostiene que nosotros, que vivimos actualmente, tenemos una deuda moral con aquellos grupos sociales que han sido perjudicados. En ese caso, los miembros de la mayoría que viven hoy serían responsables de los actos perpetrados por sus antepasados. Esta responsabilidad podría matizarse a través de acciones afirmativas, es decir, políticas públicas adoptadas por el Estado y encaminadas a reparar activamente esta injusticia, es decir, facilitar el acceso de los individuos integrantes de estas minorías históricas a las oportunidades sociales disponibles para otros grupos de la sociedad. .

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Este argumento con más atractivo histórico llega al punto donde parte la segunda línea: más que enfatizar las raíces de la situación de desigualdad en la que nos encontramos hoy, el caso es garantizar, para todos y todos los que ahora nacemos en nuestra sociedad. , igualdad de oportunidades en un sentido amplio e irrestricto. Así, más que argumentar desde la idea de responsabilidad de las generaciones actuales en relación con el pasado, el argumento apunta a enfocarse en las condiciones básicas de vida de todas y cada una de las personas de nuestra sociedad. Es importante destacar que ambos puntos defienden la necesidad de una política activa para combatir las desigualdades sociales. Sin embargo, difieren en cómo justificar la implementación de estas políticas de reparación.

La historia de Brasil está impregnada de diferentes formas de discriminación contra las minorías, comenzando por el exterminio sistemático de los pueblos indígenas y pasando por el caso inmoral de la esclavitud negra, que terminó hace poco más de 130 años. Así, si hoy estos grupos permanecen en las posiciones más desfavorecidas de nuestra membresía, las razones deben buscarse en el largo proceso de dominación y trato desigual por parte del Estado y los gobiernos destinados a estos grupos.

Como se dijo al inicio, si existe un debate sobre la cuestión de las responsabilidades entre las distintas generaciones que componen los ciudadanos de un Estado, lo que no se cuestiona es el hecho de que todos nacen iguales ante la ley, aunque las condiciones efectivas de la vida están profundamente determinados por su clase, raza, género u otros marcadores sociales. Este es el principio básico de una sociedad liberal: lograr que lo que es igualdad ante la ley, se convierta en una igualdad de oportunidades sociales donde nadie sea discriminado por los factores contingentes de su nacimiento, es decir, por las condiciones sociales ya mencionadas. Si tenemos una deuda con nuestras injusticias pasadas, ese compromiso se entiende mejor como una responsabilidad que asumimos de vivir en sociedad y de ser parte de un proyecto que integra pasado, presente y futuro para posibilitar la cooperación y la igualdad entre sus ciudadanos.

Referencia:

De Vita, Álvaro. Igualdad de justicia y sus críticos. São Paulo: WMF Martins Fontes, 2007.

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