Distensión muscular – Estiramiento – tipos, causas, síntomas y tratamientos

LA distensión o distensión muscular se caracteriza por la lesión de fibras musculares que sufren esfuerzos que provocan la rotura de pocas o muchas fibras musculares, lo que puede implicar la rotura de vasos sanguíneos, originando así un hematoma acompañado de un proceso inflamatorio. Las deformaciones y estiramientos se pueden clasificar en:

  • Distensión aguda: ocurre cuando los tendones y músculos se contraen para realizar una contracción fuerte y repentina. Pueden ejemplificarse con las contusiones que se producen durante la práctica de deportes competitivos, provocando un repentino reclutamiento muscular para realizar ejercicios de fuerza contra resistencia.
  • Distensión crónica: se produce como consecuencia de la práctica de ejercicios repetitivos y prolongados, que reclutan siempre los mismos grupos musculares. Generalmente asociado a la práctica de deportes que requieren mayor resistencia, como correr y andar en bicicleta;

La fuerza de tracción que se ejerce sobre el músculo lesionado provoca que se produzca un estiramiento excesivo de las miofibrillas, estando más presente en estructuras musculares más superficiales y predominantemente en los músculos que atraviesan dos articulaciones. Sin embargo, se deben tener en cuenta algunos factores de riesgo cuando se produce la disfunción en cuestión, como por ejemplo:

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  • Falta de calentamiento previo a la práctica del deporte / gesto deportivo;
  • Ausencia de acondicionamiento físico para que la técnica de la modalidad a practicar se realice adecuadamente;
  • Peso corporal excesivo;
  • Cansancio extremo;
  • Falta de períodos de descanso para los grupos musculares reclutados durante la práctica del deporte;
  • Entrenamiento excesivamente extenuante;

Entre los síntomas que puede presentar la disfunción, se pueden citar como más característicos:

  • Dolor Intenso;
  • Moretón;
  • Edema;
  • Dificultad para mover la estructura muscular lesionada;
  • Si hay una rotura completa de las fibras musculares y algunos vasos sanguíneos, la estructura lesionada puede tener un hematoma mucho más grande y un edema local;
  • En tensiones y estiramientos agudos, los síntomas pueden ir acompañados de dolor punzante y dificultad para mover el músculo comprometido;

Las lesiones musculares se pueden clasificar en cuatro grados, y pueden variar según la cantidad de estructuras atacadas y la forma en que aparecen después de la lesión:

  • Grado I: lesión con rotura de pocas fibras musculares, manteniendo intacta la estructura de la fascia muscular;
  • Grado II: lesión con moderado número de fibras rotas, manteniendo intacta la fascia muscular estructurada;
  • Grado III: lesión de una gran cantidad de fibras musculares, acompañada de lesión parcial de la fascia muscular;
  • Grado IV: lesión completa de la estructura muscular y la fascia, rompiendo así la unión músculo-tendinosa;

Para que el diagnóstico sea más preciso se utilizan pruebas de imagen, como la radiografía, la resonancia magnética y la ecografía, estableciendo así el diagnóstico diferencial para orientar el mejor tratamiento a realizar. La exclusión de la posibilidad de fractura del segmento a evaluar ayuda a que la conducta sea más enfática en el proceso de recuperación.

El proceso de curación de la estructura muscular ocurre de la siguiente manera:

  • Fase I (destrucción): caracterizada por rotura y posterior necrosis de las miofibrillas, formación del hematoma en el espacio formado entre la musculatura rota y proliferación de células inflamatorias;
  • Fase II (reparación y remodelación): caracterizada por el proceso de fagocitosis del tejido necrótico, en la regeneración de las miofibrillas y en la producción concomitante de tejido cicatricial conectivo, dando lugar a la neoformación vascular y al crecimiento neural;
  • Fase III (remodelación): período de maduración de las miofibrillas regeneradas, contracción y reorganización del tejido cicatricial y recuperación de la capacidad funcional de los músculos;

Después del proceso de curación, es vital que se restaure la zona de vascularización. Mantener la circulación de la estructura lesionada dota al tejido de una mayor capacidad funcional, provocando que la estructura de la cicatriz disminuya de tamaño con el tiempo, provocando la fusión entre el tejido lesionado y el tejido intacto, formando así un tabique conectivo, provocando que las estructuras se reintegren y reanudar la funcionalidad normal.

Bibliografía:

http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0102-36162011000300003

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