Educación de niños autistas – Pedagogía

Inicialmente, el término autismo fue implantado por Bleuler (1911), ligado a la sintomatología integral que había establecido para unificar, a través de la esquizofrenia, el campo de la psicosis. El autismo se denominó «disociación psíquica», que se refería al predominio de la emoción sobre la percepción de la realidad.

A lo largo de las décadas de 1970 y 1980, el autismo llegó a ser visto, predominantemente, como un trastorno cognitivo. En ese momento, deja de ser considerada como una condición que involucra básicamente un retraimiento social y emocional, y comienza a concebirse como un trastorno del desarrollo que involucra severos déficits cognitivos originados por alguna forma de disfunción cerebral.

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Hoy en día, el autismo no se considera un estado mental fijo, irreversible e inmutable, sino el resultado de un proceso que puede, al menos en parte, ser modificado mediante intervenciones terapéuticas. No puede ser causado por factores emocionales y / o psicológicos. La evidencia apunta a la multicausalidad. Hallazgos recientes apuntan a la posibilidad de que el autismo sea causado por una interacción gen-ambiente.

A niños autistas tienen un repertorio de comportamiento muy limitado, es decir, hacen muy pocas cosas. Este es sin duda uno de los motivos que conduce a las dificultades de aprendizaje. Algunos de ellos son:

  • Dificultad en la atención: algunos niños no pueden concentrarse, ni siquiera durante unos segundos. Para superar esta dificultad, es necesario planificar situaciones de enseñanza estructuradas, dividiendo en pequeños pasos y metas lo que deben aprender. También tienen dificultades para reconocer la relación espacio-temporal entre eventos que caen dentro de la misma modalidad sensorial.
  • Dificultades de razonamiento: a menudo aprenden mecánicamente, sin comprender la esencia o el significado de lo que queremos que aprendan. La planificación de tareas puede evitar esta mecanización, enfatizando lo que es realmente significativo para ellos.
  • Dificultad para aceptar errores: Suelen fallar en responder a llamadas de atención y órdenes, bajando el nivel de atención. De esta forma, no se produce el aprendizaje. Para que esto no suceda, es necesario acostumbrarlos a adaptarse a situaciones cada vez menos gratificantes.

Algunas estrategias se pueden utilizar en el día a día para resolver estos problemas, tales como: crear situaciones imaginarias que despierten el interés del niño; usar muñecos para representar a la familia; crear soluciones simbólicas para ayudar a resolver problemas; animarle a investigar pistas y señales; y modelar / mediar una secuencia de lo que se debe hacer; introducir palabras que le interesen al niño para que, posteriormente, pueda construir frases con ellas.

Los educadores deben desarrollar un programa de educación individualizado para enfocarse en los problemas específicos del niño. Esto incluye terapia del habla y el lenguaje, así como entrenamiento de habilidades sociales y habilidades cotidianas. Deben desarrollar estrategias para que estos niños puedan desarrollar capacidades para poder integrarse con otros niños llamados “normales”.

Referencias:
BAUTISTA, Rafael. Necesidades educativas especiales. 2ª edición. São Paulo: Dinalivro, 1997.

BERQUEZ, G. El autismo infantil y Kanner. En: LEBOVICI, S.; MAZET, P. Autismo y psicosis infantil. Porto Alegre: Artes médicas, 1991.

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