Eficiencia energética –

Podemos llamar eficiencia energetica la relación entre la cantidad de energía consumida por un determinado equipo o aparato y la cantidad de energía que realmente utiliza para llevar a cabo la tarea que se propone.

Para que sea más fácil de entender, veamos un ejemplo muy común, el de la lámpara: el propósito de la lámpara es producir luz, por lo que toda la energía utilizada por la lámpara debe transformarse en energía luminosa para que tengamos un eficiencia energética del 100%; sin embargo, una lámpara incandescente tiene una eficiencia del 8%, lo que significa que solo el 8% de la energía eléctrica que consume se transforma en energía luminosa (luz), y el resto, el 92%, se pierde en forma de calor. La lámpara fluorescente tiene una eficiencia del 32%, lo que significa que el 68% de la energía que consume se pierde en forma de calor. Parece poco, pero ya marca una gran diferencia en términos de ahorro energético.

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Pero la eficiencia energética no solo se aplica a las bombillas. Los automóviles, por ejemplo, pueden medir su eficiencia energética de acuerdo con la cantidad de energía disponible en el combustible y la cantidad de energía realmente transformada en movimiento. Otro ejemplo, más común, es el sello que reciben los electrodomésticos y que indican cuál es más económico, o eficiente: el Sello Procel, del Programa Nacional de Conservación de Electricidad, creado por el Ministerio de Minas y Energía en 1993 para incentivar la producción. y comercialización de productos más eficientes.

Este concepto puede incluso extenderse a edificios y procesos. Empresas de todo tipo pueden buscar la eficiencia energética mediante la adopción de tecnologías que optimicen el uso de la energía y medidas sencillas para concienciar a su gente. Es solo que un día tenemos una lámpara que es 100% eficiente, por ejemplo, no servirá de nada si la dejas encendida sin que alguien la use. ¿No representa la eficiencia cuánta energía consumida se ha transformado en energía útil para el propósito de la lámpara (u otro objeto)? Entonces, si está conectada sin que nadie lo use, no estará cumpliendo su papel.

De hecho, todo esto tiene que ver con la creciente necesidad de encontrar formas de evitar que se repita un “apagón” como el que ya se ha producido en estas tierras. La población sigue aumentando, eso es un hecho. Esto requiere que los gobiernos busquen formas de generar cada vez más energía para atender la demanda de este contingente y también de las industrias que surgen para suplir las necesidades de esta población. El problema es que el modelo convencional de generación de energía (grandes centrales hidroeléctricas, en Brasil) trae altos costos ambientales. Lo que todos sabemos es demasiado importante para ignorarlo.

Una de las soluciones señaladas por el INEE (Instituto Nacional de Eficiencia Energética) es la denominada “Generación Distribuida” o GD. La propuesta es reducir la distancia entre el lugar donde se genera la energía y el lugar donde se consume mediante la implementación de tecnologías que pueden ser: cogeneradores, generadores de emergencia, fuentes alternativas de energía, SHPs (pequeñas centrales hidroeléctricas), y etc. Esto se debe a que siempre hay pérdidas en la transmisión de energía. Es decir, a mayor distancia entre generación y consumo, menor eficiencia energética. Sin mencionar que GD disminuye los costos de cualquier proyecto de generación de energía ya que no necesita, o al menos disminuye, la necesidad de líneas de transmisión y además hace que el sistema sea más estable al reducir las pérdidas de transmisión.

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