Written by La forma en que se está utilizando la evaluación de aprendizajes hace que los estudiantes tengan una atención centrada en el proceso de promoción al final del curso escolar y no en la adquisición de conocimientos. Los maestros usan las pruebas como una forma de presionar a los estudiantes para que logren los resultados esperados por la escuela.
Según Luckesi (1998), la evaluación del aprendizaje se practica independientemente del proceso de enseñanza-aprendizaje, porque más importante que ser una oportunidad de aprendizaje significativa, la evaluación se ha convertido en un instrumento de amenaza.
Dado que la evaluación se centra en pruebas y exámenes, no mejora la calidad del aprendizaje. Si el uso de pruebas es necesario, debe quedar claro que es solo una formalidad del sistema escolar.
Una evaluación que busca la transformación social debe apuntar a avanzar y hacer crecer a su alumno y no estancar conocimientos a través de prácticas disciplinarias. Consiste en verificar lo aprendido por el alumno y si se han alcanzado los objetivos propuestos y si el programa se ha desarrollado correctamente. Debe representar un instrumento indispensable para verificar el aprendizaje continuo de los estudiantes, resaltando las dificultades para determinar una disciplina y dirigiendo a los docentes en la búsqueda de enfoques que contemplen métodos didácticos adecuados a las disciplinas.
La práctica evaluativa tiene que centrarse en el diagnóstico y no en la clasificación. La función clasificatoria es analizar el desempeño del alumno a través de las calificaciones obtenidas, generalmente registradas mediante números. Elimina de la práctica de la evaluación todo lo constructivo. A su vez, el diagnóstico es un proceso de avanzar en el desarrollo y crecimiento de la autonomía del alumno, pudiendo descubrir su nivel de aprendizaje, tomando conciencia de sus limitaciones y necesidades para avanzar.
Debe tener como objetivo brindar información sobre el proceso pedagógico que permita a los docentes definir las interferencias y cambios necesarios de cara al proyecto educativo. Aquel que necesita ser definido colectivamente para que pueda garantizar el aprendizaje del alumno de forma democrática. Es fundamental percibir al alumno como un ser social y político que tiene la capacidad de pensar críticamente sobre sus acciones y dotado de experiencias, sujeto a su propio desarrollo.
Referencias bibliográficas:
LUCKESI, Cipriano. Evaluación del aprendizaje escolar.
LÜDKE, Meng. La trama de la evaluación escolar. Pátio Revista Pedagógica. 34 – año IX, 2005. Porto Alegre. Artmed.
