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Tercer Evangelio, en el orden canónico del Nuevo Testamento.
El Evangelio según san Lucas nació probablemente en una comunidad de cristianos de origen pagano, hacia el año 90.
Este tercer Evangelio forma parte de una obra cuya segunda parte incluye los Hechos de los Apóstoles. El conjunto se abre con una introducción, donde Lucas explica su método (Lucas, I, 1-4): anuncia una historia ordenada, basada en documentos y llamada a profundizar en la fe cristiana. Los hechos allí narrados están estructurados en el tiempo y el espacio: el Evangelio evoca el tiempo de Jesús –momento en que se cumplen las anteriores promesas de Dios– y un espacio limitado –cuyo eje es la ciudad de Jerusalén–, mientras que los Hechos del Los apóstoles hablan del tiempo de la Iglesia y del extenso espacio desde Jerusalén hasta Roma, capital del Imperio Romano y límite extremo del mundo entonces conocido. En el Evangelio según san Lucas, el marco general proporcionado por Marcos se reestructura de tal manera que enfatiza la llegada de Jesús a Jerusalén. Este motivo aparece en una sección (IX, 51 a XIX, 27) donde el evangelista revela toda su originalidad, y donde desarrolla temas que le son queridos: la actitud a adoptar frente a las riquezas materiales, la misericordia de Dios, que acoge los pobres y excluidos, la llamada a la conversión y el carácter universal de la salvación.
El prólogo relata el nacimiento y la infancia de Jesús, colocados en paralelo con los de Juan Bautista (I-II). Al final del Evangelio, al relato de la Pasión y de la Resurrección le sigue el de la ascensión de Jesús (XXIV, 50-52).
