Fábula – Género literario –

La palabra latina “fábula”Deriva del verbo fábula (“Hablar”, “narrar”), lo que demuestra que la fábula tiene su origen en la tradición oral. Por cierto, es de la palabra latina “fábula” de donde surgieron el sustantivo portugués “fala” y el verbo “hablar”.

La mayoría de estas narrativas presentan animales con características humanas, que simbólicamente representan algunas habilidades, cualidades y defectos humanos: astucia, pereza, perseverancia, etc., de los que se extrae un contenido moral. Así, las fábulas se componen de dos partes: una narrativa – alegórica, ya que los animales son representaciones de aspectos de la sociedad humana – y una moral, generalmente una frase breve que sintetiza el contenido de la enseñanza en términos abstractos.

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Podemos observar estas características en el texto siguiente, atribuido a Esopo:

La liebre y la tortuga

La liebre siempre se jactaba de ser el más rápido de todos los animales. Hasta el día en que encontró a la tortuga.

– Estoy seguro de que si apostamos una carrera, seré el ganador – desafió la tortuga.

La liebre rugió de risa.

– ¿Una carrera? ¿Tú y yo? ¡Esa es buena!

– ¿Por casualidad tienes miedo de perder? preguntó la tortuga.

“Es más fácil para un león reírse que para mí perder una carrera por ti”, respondió la liebre.

Al día siguiente, el zorro fue elegido para ser el juez de la carrera. Todo lo que tenía que hacer era dar la señal de partida para que la liebre se lanzara hacia adelante a toda velocidad. La tortuga no se inmutó y continuó en la disputa. La liebre estaba tan segura de la victoria que decidió echarse una siesta.

“Si esa blanda pasa frente a mí, solo corre un poco y la adelantaré” – pensó.

La liebre durmió tanto que no se dio cuenta cuando la tortuga, en su marcha lenta y constante, pasaba. Cuando despertó, siguió corriendo con aire de ganador. Pero para su sorpresa, la tortuga, que no había descansado ni un minuto, cruzó la línea de meta primero.

A partir de ese día, la liebre se convirtió en el hazmerreír del bosque.

Cuando dijo que era el animal más rápido, todos le recordaron a cierta tortuga …

Moraleja: Aquellos que siguen lenta y constantemente siempre salen adelante.

Las fábulas atribuidas a Esopo forman parte de la tradición oral, cuyas fuentes permanecen en el anonimato y se remontan a la civilización asiria del 3.000 a.C.En el siglo IV a.C., Demetrio de Falero, orador, estadista e historiador griego recopiló estas narraciones, seguidas, tres siglos. más tarde, por el romano Cayo Julio Fedro. Sin embargo, la versión más conocida en la actualidad proviene de la colección en prosa realizada por el monje bizantino Planúdio, en el siglo XIV. Sobre la base de esta versión, las narrativas se tradujeron a muchos otros idiomas. Hay un manuscrito portugués del siglo XV conocido como el Fabulário portugués medieval u O Livro de Aesop, que se publicó en forma de libro a principios del siglo XX. La versión inglesa más conocida, a su vez, data de 1692.

La existencia del fabulista aún está muy cuestionada, ya que se cree que existía una tradición griega de elegir un inventor para cada género literario, por lo que se acordó elegir a Esopo como padre de las fábulas. Sin embargo, se especula que Esopo fue un esclavo frigio que vivió entre los siglos VI y VII a.C. y, tras ser liberado, viajó a Grecia, donde se convirtió en un gran fabulista. Esta suposición proviene de los escritos de Herodoto, quien vivió en el siglo V a.C. y, a partir de entonces, otros historiadores y fabulistas comenzaron a defender la existencia del autor.

Jean de La Fontaine, considerado el padre de la fábula, escribió una biografía de Esopo basada en otras ya establecidas. En la obra se nos informa que, tras ser propiedad de unos señores, Esopo fue vendido al filósofo griego Janto, de Samos, quien le concedió la libertad ante su indiscutible sabiduría. Tras este episodio, se dedicó a viajar y conocer la corte de diferentes reinos, como Egipto y Babilonia. Su sabiduría le valió el respeto de nobles y monarcas, consolidando su fama en los lugares por los que pasó. Su muerte, sin embargo, fue trágica, lanzada desde un precipicio por la condena de los Delfos, a través de una prueba falsificada, como relata el historiador Plutarco.

La Fontaine, al igual que su antecesor, también apostó por el poder moralizador de sus narrativas, como podemos ver en el siguiente texto:

EL GRAN CONGRESO DE LAS RATAS

Miciful, un gato astuto, había hecho tal matanza entre las ratas que solo se veía una u otra: la mayoría de ellas yacían muertas. Los pocos que se atrevieron a salir de su escondite estaban en mil problemas: para los desafortunados, Miciful no era un gato, sino el mismo diablo.

Una noche, el enemigo de las ratas dio tregua, decidió caminar sobre los tejados detrás de un gato, con el que se entretuvo en un largo coloquio; las ratas supervivientes aprovecharon para reunirse en un congreso, para discutir la gran pregunta de ese momento: qué hacer contra los ataques de Miciful.

El gran líder de las ratas, a la altura de su cargo, opinó antes que los demás: “Por razones de precaución, creo que es necesario sujetar, sin demora, un sonajero en el cuello de Miciful; de esa manera, cuando salga a cazar, ¡todos podremos escuchar y huir del peligro! «

Todos estuvieron de acuerdo con la idea; a todos la medida parecía excelente … sin embargo, surgió una única dificultad: saber quién ataría el sonajero al cuello del gato. Un ratón dijo: «No arriesgaré mi piel, no soy tan tonto». Otro: «Porque yo tan poco me atrevo». Y así, una a una, las ratas abandonaron la empresa y el congreso se disolvió.

***

¡Así sucede siempre en los consejos y reuniones! Si necesita discutir y deliberar, los asesores vienen en masa, al igual que los planes y proyectos. Sin embargo, si es necesario hacer algo, ¡no puede contar con nadie! (LA FONTAINE, 2012, pág.6)

A través de la mencionada fábula, podemos ver la crítica del autor a la postura humana frente a una tarea a realizar. La Fontaine conserva todos los rasgos clásicos de las fábulas, incluida la proximidad a los dichos populares y la “moral” en unas pocas líneas al final del texto.

Las críticas a la sociedad contenidas en las fábulas, tanto de Esopo como de La Fontaine, se pueden observar mediante el uso de recursos estilísticos como la ironía y la sutileza.

Referencias bibliográficas:

CADEMARTORI, L. El profesor y la literatura. Belo Horizonte: auténtico, 2009.

CAMPBELL, J. El héroe de las mil caras. 3ª edición. São Paulo: Pensamiento, 1989.

GRENBY, MO Literatura infantil. Edimburgo: Edinburgh University Press, 2008.

MACHADO, AM Cómo y por qué leer los clásicos universales desde el principio. Río de Janeiro: Objetivo, 2003.

MACHADO, MZV; MARTINS, AG; PAIVA, A .; PAULINO, G. (Orgs.). Elecciones literarias en juego. Belo Horizonte: auténtico, 2009.

MARINHO, JM La invitación a las palabras: motivaciones para leer, escribir y crear. São Paulo: Biruta, 2009.

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