foto novela o fotoromanía –

Esta popular producción fue un gran éxito en las décadas de 1950 y 1980. Producto puro de la prensa periódica, constituye la extensión o culminación de diversos géneros literarios o paraliterarios: drama lloroso de la xviiimi siglo, melodrama, novela sentimental, novela popular, cineromanía … Nacida en Italia, la fotonovela apareció en Francia en 1949 en la revista Festival y en 1950 en Nosotros dos, revistas fundadas por Cino del Duca (1899-1967). El origen de la palabra «fotonovela» sigue siendo un misterio. ¿Alusión al romance, romance, novela ilustrada …? Los sinónimos «foto-historia» y «foto-historia» nunca han logrado establecerse. En cuanto a «fotoromano», se usa más para designar producciones menos populares o consideradas más visuales. Sea como fuere, este medio de expresión «leído» y «editado» puede situarse legítimamente -si no definirse- a las puertas de la literatura.

Influenciada por la cineromanía, la fotonovela en un principio quiso sugerir o imitar el cine: las imágenes, la atmósfera y la decoración recuerdan al cine. Los actores copian la obra de los actores del 7mi Arte. Además, muchas grandes estrellas italianas (Gina Lollobrigida, Sophia Loren …) debutarán en la novela fotográfica. Por complejas razones, el género evoluciona muy rápidamente: abandono de tomas generales en favor de primeros planos, movimientos lentos de la cámara, actores jugando como en el teatro … A cambio, la mejora de las fotos, el color, la calidad de la iluminación y la puesta en escena ayudar a reconstruir un mundo casi real. Al igual que en la historieta, las secuencias de fotos se descifran a partir de un proceso discontinuo de lectura (saltamos de foto en foto) que el ojo transforma en lectura continua gracias a un sistema de narración elíptica (imaginamos lo que ocurre entre las fotos). Esta narración se ve facilitada por relevos: color, iluminación, decoración … y sobre todo por recitativos (cartuchos de texto) a menudo muy importantes. Porque en la fotonovela domina lo verbal (globos y recitativo). Da sentido a fotografías que en general son pobres en información: solo el 40% de ellas son esenciales para asegurar la comprensión y el buen desarrollo de la historia.

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Como el cuento, la fotonovela se sitúa entre el mito y la novela. Desde el primero, tiene los personajes estereotipados (la heroína, el príncipe, el contrahéroe …). Desde el segundo tiene tanto el desarrollo en tiempo «real» como el carácter de ficción. La imagen de la mujer domina estas historias. Allí encontramos todos los tipos femeninos culturales y literarios: la mujer eterna, la seductora, la madre, la inaccesible, la inspiradora, la dominatriz, la femme fatale, la mujer-objeto … lectora de fotonovelas protagonistas de estas historias. Éstos no son fijos: aparecen cada vez más mujeres marginales (bastante sabias de todos modos), feministas y liberadas (pero no excesivamente), homosexuales de ambos sexos (pero ahí se sugiere todo y no se dice nada). Por otro lado, “la irrupción de la felicidad” (E. Morin) al final de la historia ha dejado de ser generalidad. De hecho, aunque la búsqueda del amor (con todos los obstáculos que deben superar el príncipe o la heroína) permanece en el corazón de las novelas fotográficas, sus temas nunca han dejado de renovarse. Este género no ignora ni lo social, lo real ni lo cotidiano, pero se contenta con evocarlo regocijándolo o asegurándolo como se anuncia. La fotonovela ha adaptado la mayoría de las grandes obras literarias (Los Miserables, Madame Bovary, les Hauts de Hurlevent …) haciéndoles sufrir las «alteraciones» necesarias para esta evacuación de lo social o lo político.

La fotonovela disfrutó una vez de un inmenso éxito comercial: durante veinte años, las ventas de Nosotros dos Siempre han superado el millón de copias a la semana. Víctima de la competencia de las sagas románticas televisivas y de la evolución de las mentalidades, la atracción por el género muestra un claro retroceso. Durante mucho tiempo fue objeto de violentas críticas basadas en prejuicios culturales muy cuestionables. Pero todavía fascina. Informes de televisión y archivos en la prensa de revistas … recuerdan regularmente su apogeo. En 1997, Telerama les dio a sus lectores de verano una larga novela fotográfica: El acertijo del fetiche negro con el actor R. Bohringer.

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