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La atmósfera de la Tierra es una capa de aire que permanece adherida a la superficie de la Tierra por gravedad. Como el planeta Tierra, otros planetas tienen atmósferas, sin embargo, la atmósfera de la Tierra realiza funciones que son vitales para el mantenimiento de la vida en el planeta. Estas funciones incluyen:
Suministrar al planeta gases esenciales para el mantenimiento de la vida orgánica.
La atmósfera está formada por diferentes gases, como dióxido de carbono, oxígeno, nitrógeno y argón. El dióxido de carbono ocupa solo el 0.039% del volumen total de la atmósfera, pero es esencial para el mantenimiento de toda la cadena biológica ya que es utilizado por las plantas en el proceso de fotosíntesis.
Otro gas importante que se encuentra en la atmósfera es el oxígeno, que corresponde al 21% del volumen de la atmósfera. El oxígeno garantiza la vida de los seres aeróbicos, desde simples bacterias hasta seres complejos como los mamíferos.
Filtrar la radiación solar
La atmósfera es responsable de filtrar la mayor parte de la radiación solar. Aproximadamente el 40% de la radiación se refleja en el espacio por las capas superiores de la atmósfera. La capa de ozono, a su vez, se encarga de filtrar alrededor del 95% de los rayos ultravioleta B (UVB) emitidos por el sol.
Protección contra impactos de meteoritos
El espacio exterior está lleno de meteoritos y otros tipos de desechos que golpean constantemente el planeta Tierra. El daño causado por estos cuerpos no es mayor porque la atmósfera actúa como un escudo protector de la superficie. Al entrar en contacto con el aire concentrado de la atmósfera, especialmente el oxígeno, los meteoros se rompen y se encienden, lo que evita que provoquen daños en la superficie.
Mantenimiento de temperaturas medias
El 4% del volumen de la atmósfera está compuesto por vapor de agua. La presencia de vapor de agua asegura el mantenimiento de temperaturas medias en la superficie terrestre. Sin la presencia de vapor de agua, tanto el enfriamiento como la ganancia de calor superficial serían mucho más rápidos, exponiendo al planeta a amplitudes térmicas extremas.
La presencia de dióxido de carbono en la atmósfera garantiza el llamado efecto invernadero. Al poder absorber el calor, el dióxido de carbono previene la pérdida de calor de la superficie, manteniendo la superficie lo suficientemente caliente como para sostener la vida.