En la naturaleza podemos observar varios organismos que tienen características adecuadas al ambiente en el que viven, como los colibríes y sus largos picos, adaptados para succionar el néctar de las partes más profundas de las flores. Pero si, por un lado, hay características que parecen haber sido meticulosamente diseñadas para cumplir una determinada función (aunque sean el resultado del proceso de selección natural, sin un propósito preestablecido), dada su perfecta idoneidad, otros no parece tan perfecto.
Las características resultantes del proceso evolutivo que parecen inadecuadas, imperfectas, dañinas o ineficientes, ya sean morfológicas o de comportamiento, se han abordado en la literatura con el término trucos evolutivos (no ingles, kluge evolutivo o kluge), un término que también se ha hecho popular entre los científicos.
kluge es una jerga utilizada en ingeniería para describir una pieza que no se adapta perfectamente a su propósito. En ingeniería, sin embargo, hay un proyecto detrás y es posible evitar los hacks, mientras que en evolución no. Esto se debe a que la evolución no tiene un propósito, simplemente actúa sobre la variación existente en una población, en parte determinista (vía selección natural) y en parte aleatoria (vía mutación y deriva genética). Así, los organismos están llenos de gambiarras, guardando restos de cambios acumulados durante millones de años de historia evolutiva.
El ojo humano es un excelente ejemplo de un truco evolutivo. Los nervios que conectan las células fotosensibles con el cerebro salen de la parte frontal del ojo en lugar de la parte posterior, lo que parecería más lógico, ya que de esa manera se proyectan en el campo de visión del ojo.
Otro ejemplo bien conocido de una característica que parece totalmente inapropiada es el nervio laríngeo recurrente de la jirafa, que conecta el cerebro con la laringe. Aunque los dos órganos están a poca distancia uno del otro, en las jirafas este nervio, que comparten todos los tetrápodos existentes, toma un camino mucho más largo: viaja a lo largo de todo el cuello hasta rodear el arco aórtico cerca del corazón y de regreso. , ya que evolucionó de una condición ancestral que siguió un camino equivalente, pero en ausencia de un cuello largo.
También podemos mencionar el caso de los gasterópodos (grupo que incluye caracoles, babosas, etc.), que defecan cerca de la cabeza. Esto se debe a que durante el proceso de formación de la concha, esta sufre una torsión que es particularmente útil para su protección. Sin embargo, esto también termina por someter el tracto digestivo de estos animales a esta torsión, de manera que el ano termina ubicado por encima de su cabeza. Si los organismos fueran el resultado de un proyecto, ciertamente esas características “extrañas” no existirían.
Referencias:
Brodie, R. Virus de la Mente: La Nueva Ciencia del Meme. Casa de heno. 2009
Marcus, G. Kluge: La construcción fortuita de la mente humana. Houghton Mifflin. 2008
Ridley, Mark. Evolución. 3ra Edición. Porto Alegre: Artmed. 2006
Wedel. M. Un monumento a la ineficiencia: el presunto curso del nervio laríngeo recurrente en los dinosaurios saurópodos. Acta Paleontologica Polonica. 2012