George Ivan Morrison

George Ivan Morrison alias Van Morrison

Compositor, compositor y cantante de rock, folk y soul de Irlanda del Norte (Belfast 1945).

Podríamos adornar una gran obra solo con los nombres de todos aquellos Van Morrison, el cabochard irlandés, influenciado: Costello, Springsteen, Bob Seger, Graham Parker, Dire Straits, por nombrar solo los más conspicuamente preocupados. Todos descubrieron inclinaciones artísticas escuchando Semanas astrales, el mayor récord del vaquero de Belfast. Sin embargo, para Van le Terrible el rock no tiene importancia.

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Como él dice: “Lidero mi carrera en este contexto, pero no tengo nada que ver con eso. » Para él, el rock es historia antigua. La época en la que, a los quince años, estaba de gira por Europa con un grupo de rhythm and blues, The Monarchs. Tres años después, de regreso a Belfast, fundó Them, grupo seminal de la ola de blues-rock británico, junto a los Yardbirds, Pretty Things y otros Animals, con el que grabó dos discos e inventó lo que sigue siendo una de las fórmulas universales. de alquimia binaria, Gloria. Un clásico, retomado más tarde y entre otros por los Doors, Patti Smith o U2.

Más datos de su vida

Hijo de un ex cantante de jazz y trabajador de blues loco, Morrison creció con el sonido de Leadbelly, Ray Charles, John Lee Hooker o Hank Williams mientras experimentaba con el saxofón, los teclados y la guitarra. En 1960, dejó la escuela y decidió convertirse en músico de pleno derecho.

Y decididamente separados. Ellos, era él, y nada más que él. Cuando dejó el grupo en 1966, era mejor seguir siendo lo que siempre había sido: un solitario incurable. Un ermitaño que está horrorizado por el mundo del espectáculo, los periodistas y los fanáticos.

Druida encerrado en sus incertidumbres, oscila entre el rhythm and zen blues, el folk religioso, el gospel sinfónico, mezclando sus raíces celtas y su afán de absoluto. Su canto voluble y cantado, su pasión por poetas místicos como Eliot, Yeats, Blake o Joyce transforman sus cantos en verdaderos dramas litúrgicos, en una sinfonía sin fin, un río cuyo caudal crecería sin resignarse a alejarse de su fuente.

Yarragh.

El blues más puro (los álbumes Semanas astrales, 1968, o Baile lunar, 1970), con el alma más cobriza (Vista previa de Santo Domingo1972, el vivo Es demasiado tarde para parar ahora, 1974), a través de la new age sinfónico-celta (Hermosa vision, mil novecientos ochenta y dos, Discurso inarticulado del corazón, 1983, Avalon Sunset, 1989) o folk gaélico (Latido irlandés, 1988, con el grupo The Chieftains), Van le Pécheur prosigue su búsqueda de la redención, mucho más allá del coro de los paternosters convencionales. Y su secreto no es ni Jesús, ni Buddah, ni Jehová. Pero el Yarragh.

Este término gutural fue acuñado por el tenor irlandés John McCormack para designar lo indecible, ese misterioso algo extra que distingue irreparablemente a una voz excepcional. Como un sexto sentido artístico, un poquito de talento extra, un aliento que pocos artistas en el mundo tienen… digamos Billie Holiday o Ray Charles. Van Morrison es parte de este club divino.

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