Giacomo Leopardi –

Poeta italiano (Recanati 1798 – Nápoles 1837).

Los heroicos sueños de gloria y acción del joven Conde Leopardi, alimentados por ideales clásicos, se vieron frustrados muy pronto por la enfermedad, por un ambiente familiar reaccionario, provinciano y devoto, por la mediocridad de un período histórico de estancamiento que sucedió a la epopeya napoleónica. Considerándose un exiliado en su siglo, vitupera su decadencia moral, intelectual y política, en nombre de la grandeza y la energía de los Antiguos, de quienes principalmente toma prestada una visión materialista del mundo, desenmascarando el idealismo de las ideologías románticas. El único escape que se concede de niño es frecuentar la biblioteca paterna. Un erudito precoz, escribió un Historia de la Astronomia a los 15 y componer a los 17 a Ensayo sobre los errores populares de los antiguos. En 1819, emprendió la composición de Infinito, donde el ejercicio del pensamiento se define como el goce metafórico de un infinito imaginario. Tras un intento de fuga y una breve estancia en Roma en 1821, con la que se decepcionó, llevaría una existencia itinerante (Milán, Bolonia, Florencia, Pisa, Florencia, Nápoles desde 1833), intercalada con breves visitas a Recanati, ocupados por obras académicas: de ahí los dos volúmenes antológicos (prosa y poesía) de la Chrestomatia italiana (1826-1827). El primer volumen, ordenado por género, le da un gran lugar a Galileo. El segundo, cronológico (xvimi-inicio xixmi s.), excluye los poemas épicos. Considerado el mayor poeta italiano desde Petrarca, es el creador de la poesía italiana moderna. Si es Poemas líricos, publicados entre 1824 y 1835, le dieron fama mundial, pero constituyen sólo una pequeña parte de su obra. Su diario póstumo, Mezclas (1817-1832), traslada la autobiografía al nivel de la meditación filosófica. Allí, la crítica literaria y la reflexión lingüística ocupan un lugar destacado. Sus diálogos filosóficos Pequeñas obras morales (1827-1833), que revelan la desesperada ironía de su ateísmo heredado del antiguo materialismo, son una asidua meditación sobre la muerte. Una experiencia radical de negatividad y muerte, el pesimismo de Leopard se expresa a su vez a través de una visión catastrófica de la historia. (A Italia) y una meditación sobre el vuelo del tiempo: en Hacia Silvia (1828), el poeta deplora su juventud que huyó, lamentando la muerte de una amada joven que había fallecido prematuramente. La imposibilidad de amar es el tema de Aspasia y la hostilidad de la naturaleza hacia el hombre la de Canción nocturna 1831. El Genêt (1836, pero publicado en 1845), de estructura libre, es una meditación estoica sobre la precariedad de la condición humana frente a la flor de retama que perfuma las laderas del Vesubio. Durante mucho tiempo, la reflexión filosófica materialista de Leopardi fue considerada como un elemento externo puro que habría perjudicado su creación poética. Hoy, no solo pensamos que la filosofía de Leopardi constituye un todo coherente y muy profundo, sino que es incluso el elemento fundacional de su poesía. Así, hemos hablado de un “pensamiento poético” que se encarga de expresar la dolorosa verdad de la existencia humana. En este sentido, los escritos del último período de su vida son bastante reveladores. Giran en torno a la cuestión de la materialidad del hombre y, por tanto, la fragilidad de su existencia, siempre precaria. La originalidad de Leopardi consiste en la unión de esta conciencia irremediable del sufrimiento humano con la esperanza de poder encontrar, de todos modos, formas de resistencia en la asociación de los hombres. La escoba lo atestigua admirablemente: siendo el símbolo de un ser natural devastado por la Naturaleza, siempre tiene la fuerza para renacer como una flor «colectiva». En la «escoba lenta», Leopardi tal vez encontró en su madurez un medio para hacer de la virtud humana ya no un simple testimonio de protesta contra la inexorabilidad de la Naturaleza, sino una forma de resistencia que se revela en la «confederación». El hombre sigue siendo «nada», pero puede encontrar una manera de existir de manera diferente, defendiendo la resistencia colectiva. La amplia correspondencia de Leopardi, recientemente editada, ha demostrado ser una útil herramienta de trabajo fundamental.

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