Guerra híbrida: qué es, cómo sucede, objetivos

La guerra híbrida consiste en un esfuerzo conjunto para explotar los sectores vulnerables de una nación. Suelen realizarse con un enfoque en los segmentos económicos, psicológicos, militares y políticos relacionados con el enemigo en cuestión.

Considerada una guerra no convencional, la guerra híbrida funciona a través de infiltrados. Exploran el territorio elegido y desestabilizan a los gobiernos internamente, según las características locales y las debilidades detectadas. En este sentido, se ha utilizado el ciberespionaje llevado a cabo por las principales agencias de inteligencia. A menudo se producen invasiones de correos electrónicos, teléfonos móviles y bases de datos de empresas privadas y estatales.

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Las debilidades pueden estar relacionadas con una multitud de cuestiones, según el país. La guerra híbrida puede utilizar problemas de identidad para lograr su objetivo. A partir de temas como género, sexo, religión, etnia, edad, entre otros relacionados con la identidad personal, se crea fricción. De esta forma, a través de nuevas tecnologías mediáticas de alto alcance, se estimulan disturbios y rebeliones contra las fuerzas gubernamentales.

Por ejemplo, si se sabe que una nación tiene un pasado marcado por conflictos geográficos (separatismo, luchas territoriales), socioeconómicos (desigualdad social) o históricos (esclavitud, inmigración), la guerra no convencional actúa para crear revoluciones coloridas. Estos movimientos suelen tener como objetivo derrocar gobiernos en desacuerdo con la centralidad del poder mundial.

Luego de esta primera fase de mapeo, influencia y desestabilización, se suele observar el intercambio de gobiernos y regímenes. Pero no solo en las instituciones políticas juega un papel la guerra híbrida. Su interés también se desarrolla en debilitar los proyectos de infraestructura de un país, alcanzándolo económicamente. Una vez que se establece un nuevo panorama político, los agentes actúan en la dirección de su conservación. Con ese fin, influyen en la opinión pública y mantienen un núcleo firme de partidarios.

Sin embargo, si este ataque falla, la situación puede salirse de control. Un ejemplo de este fenómeno ocurrió en Siria, víctima de una guerra híbrida diseñada por Estados Unidos. Sin embargo, tras la desestabilización del gobierno del presidente Bashar al-Assad, hubo intervención de fuerzas del mundo oriental. Así, hubo una contraofensiva que puso fin a la guerra híbrida. Luego se formó un grupo de mercenarios de diversas nacionalidades, que quedaron sin función. Este grupo, enfocado solo en el lucro, vive de mantener este estado caótico. Se unen en ejércitos paralelos de insurgentes, guerrilleros y formación de milicias. El territorio se convierte en una oportunidad única para exploradores de todo tipo.

Herramientas de guerra híbridas

El mecanismo de una guerra híbrida es ingenioso. Cuenta con la ayuda de investigaciones sobre la población actual. Se trata de estudios psicológicos, sociológicos y antropológicos. Así, se esboza una imagen esquemática de la naturaleza de la sociedad en cuestión. A partir de estos datos acumulados, los agentes de este tipo de guerra son capaces de predecir situaciones. Con esto, crean detonantes a través de las afrentas y logran la contraofensiva esperada. Esta estrategia, además de ser muy eficiente, mantiene la estabilidad normativa y proporciona la consecución de objetivos. Por ejemplo, a través de expedientes incriminatorios (ya sean falsos o artificiales), se puede obligar a los políticos a votar sobre medidas contrarias a los intereses del país en beneficio de una clase u organización.

Intereses geopolíticos

Normalmente, los países afectados por guerras híbridas presentan una posibilidad de desarrollo. Por tanto, este tipo de conflictos apunta a mantener el panorama del poder político mundial. Estas guerras no convencionales tienen como objetivo evitar que las naciones emergentes realicen transacciones comerciales en sus propias monedas, creando conexiones bilaterales para protegerse contra embargos, declarando inversiones en el segmento de guerra o haciendo uso de sus recursos naturales para el desarrollo con el fin de inhibir la acción externa en su territorio.

La estrategia dirigida de guerra híbrida en los países periféricos del capitalismo difícilmente se refiere a tendencias ideológicas de izquierda o derecha. Comúnmente, se desarrolla con la conflagración de los sectores más pudientes que son fisiológicamente predominantes en el país. Así, adquieren cuadros importantes de congresos nacionales y figuras de gran influencia en la opinión pública. Aparte de eso, obtiene el control de las cadenas de televisión y radio, ya través de empresarios ultrarricos incluso logran infiltrar a sus agentes dentro de los propios partidos.

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