Heroína –

Histórico

Heroína.  Foto: Evdokimov Maxim / Shutterstock.com

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Hace más de cinco mil años, Amapola, planta de la que deriva la heroína, es conocida por la humanidad. En ese momento, los sumerios solían usarlo para combatir algunas enfermedades como el insomnio y el estreñimiento. En el último siglo, los farmacéuticos obtuvieron, de Poppy, una sustancia que se llamó Morfina. El uso de morfina estuvo muy extendido en la medicina del siglo XIX, principalmente por sus propiedades analgésicas y antidiarreicas.

A partir de la morfina, pronto se sintetizaron varias derivaciones, como diamorfina, codeína, codetilina, heroína, metopon. La heroína es la más conocida de ellas. En la década de 1920 se constató que la heroína provocaba dependencia química y psicológica, por lo que se prohibió su producción y comercio a nivel mundial. La heroína se expandió nuevamente en todo el mundo después de la Segunda Guerra Mundial y ahora se produce en el mercado negro principalmente en el sudeste asiático y Europa.

Principio activo

La heroína es una variación de la morfina, que a su vez es una variación de opio, obtenido de una planta llamada Poppy. El nombre químico de la heroína es diacetilmorfina. La heroína aparece en estado sólido. Para consumirlo se suele calentar con ayuda de una cuchara donde el fármaco se convierte en líquido y está listo para inyectarse. El consumo de heroína puede ser directamente por vía intravenosa, la forma más común en el oeste, o inhalada, como normalmente se consume en el este.

Efectos

La heroína es una de las drogas más dañinas jamás conocidas. Además de ser extremadamente dañina para el cuerpo, la heroína provoca rápidamente dependencia química y psicológica. Actúa como un poderoso depresor del sistema nervioso central. Inmediatamente después de inyectarse la droga, el usuario se encuentra en un estado de sueño, fuera de la realidad. Este estado se conoce como «rumbo» o «rumbo». Las pupilas están muy tensas y las primeras sensaciones son eufóricas y cómodas. Luego, el usuario entra en una profunda depresión, lo que lo lleva a buscar nuevas y más elevadas dosis para poder repetir el efecto.

Físicamente, el consumidor de heroína puede presentar varias complicaciones como sordera, ceguera, delirios, inflamación de las válvulas cardíacas, coma e incluso la muerte. En el caso de ser consumido por medios inyectables, puede provocar necrosis (muerte tisular) de las venas. Esto dificulta que el adicto encuentre una vena que todavía esté en condiciones adecuadas para poder inyectarse una nueva dosis. El cuerpo se vuelve desregulado, dejando de producir algunas sustancias vitales como las endorfinas o produciendo demasiadas otras sustancias, como la norepinefrina, que, en exceso, acelera los latidos del corazón y la respiración. El cuerpo también pierde la capacidad de controlar su temperatura provocando escalofríos constantes. El estómago y el intestino están completamente descontrolados y provocan vómitos constantes, diarrea y dolor abdominal intenso.

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