Hidrosfera – el agua del planeta

La hidrosfera es una de las cuatro partes que definen el Sistema Tierra, siendo la porción del planeta correspondiente a toda la masa de agua que se encuentra en la superficie, por encima o por debajo de la corteza terrestre, abarcando los estados líquido, gaseoso y sólido. De toda el agua que se encuentra en la Tierra, el 97,5% representa los océanos y toda el agua salada y el 2,75% restante es agua dulce de ríos, lagos, acuíferos subterráneos y glaciares. Se estima que toda la hidrosfera tiene más de 1.300 millones de km3 de agua. Aun así, este enorme volumen no representa ni siquiera el 0,05% de la masa total del planeta.

Hidrosfera. Ilustración: Ase / Shutterstock.com

Las teorías indican que la formación de la hidrosfera tuvo lugar hace miles de millones de años, a partir de gases expulsados ​​del interior del planeta por volcanes y géiseres. Con el enfriamiento gradual de la Tierra estos vapores comenzaron a condensarse y precipitar agua en estado líquido. Desde entonces, océanos, ríos, lagos y glaciares se han formado y han sufrido cambios en su ubicación geográfica, manteniendo generalmente su composición. Junto con la atmósfera, la hidrosfera se encargaba de mantener la estabilidad del clima global, perturbado geológicamente por eventos globales como glaciaciones o grandes calentamientos. Es evidente que el agua líquida fue uno de los requisitos primordiales para el surgimiento de las primeras formas de vida en el planeta. Desde los primeros registros de actividad biológica, hace unos 3.500 millones de años, hasta la explosión del Cámbrico (que marca el surgimiento de una gran diversidad de seres vivos), la vida estuvo contenida en el medio acuático. Solo en el período Silúrico (hace unos 440 millones de años) aparecieron los primeros organismos terrestres en el registro fosilífero. Sin embargo, a pesar de vivir fuera del agua, todas las formas de vida dependen del agua para sobrevivir.

El agua es vital para la existencia y continuidad de la vida (biosfera, componente biótico del planeta), y su mantenimiento depende de un ciclo delicado que está íntimamente ligado a la litosfera y la atmósfera. El ciclo del agua implica la transferencia de esta sustancia entre los diferentes componentes del sistema que forma el planeta, y este paso implica el cambio del estado físico del agua. Como líquido, el agua está presente tanto en las porciones continentales como en las plataformas oceánicas y en los cuerpos de los seres vivos. Los fenómenos físicos de evaporación y transpiración, regulados principalmente por la temperatura, producen vapor de agua que se condensa en la atmósfera en forma de nubes y humedad. Las precipitaciones de lluvia o nieve hacen que el agua vuelva a su estado líquido, cayendo sobre la corteza terrestre y los océanos. Cuando entra en contacto con el suelo, puede infiltrarse en capas más profundas, reponiendo los depósitos subterráneos. Este ciclo puede, temporalmente, ocurrir en unas pocas horas o durar muchos años. El agua atrapada en los glaciares, por ejemplo, se mueve muy lentamente y puede tardar hasta 10.000 años en reponerse por completo. A modo de comparación, el agua de un lago tarda de 15 a 20 años (dependiendo del volumen total del lago) en reponerse.

Referencias:

Cogley, JG y Henderson-Sellers, A., 1984. El origen y estado más antiguo de la hidrosfera de la Tierra. Reseñas de Geofísica, 22(2), pp.131-175.

Henderson-Sellers, A. y Cogley, JG, 1982. La hidrosfera temprana de la Tierra. Naturaleza, 298(5877), p.832.

Huntington, TG, 2006. Evidencia de la intensificación del ciclo global del agua: revisión y síntesis. Revista de Hidrología, 319(1), pp.83-95.


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