Historia de la Psicología en Brasil

Para entender el historia de la psicología en Brasil, su consolidación y sus vicisitudes, es necesario realizar un repaso histórico.

Volvamos al inicio del Brasil colonial, marcado por la hegemonía jesuita. En 1549, junto con la armada del gobernador general Tomé de Souza, llegaron al territorio sacerdotes misioneros fundadores de la orden religiosa Compañía de Jesús, cuyas principales dimensiones consistieron en un énfasis en el autoconocimiento y el diálogo interpersonal orientado a la comprensión del interior. dinámica.

Siguiendo la creencia en la posibilidad de que el hombre “se haga a sí mismo”, característica del humanismo y del Renacimiento, afirmaron la posibilidad de que los individuos fueran originalmente concebidos como pizarras en blanco a rellenar durante su desarrollo.

Los comentarios sobre las obras de Aristóteles elaborados por ellos fueron una fuente importante para el conocimiento de la teoría psicológica difundida en este entorno cultural, cuya concepción se inspira en la tradición aristotélico-tomista, en la que el alma se define como el primer acto sustancial de el cuerpo, su forma y principio de su actividad.

Posteriormente, entre los siglos XVII y XIX, se produjo un éxodo estudiantil. Dado que la metrópoli prohibió la creación de universidades en el territorio, los jóvenes que aspiraban a la educación superior y tenían las condiciones para hacerlo se fueron al exterior, especialmente a Coimbra. Así, además de realizar un estudio desintegrado con las condiciones nacionales, hubo contacto con el pensamiento barroco de la existencia como transformación – la concepción de la vida como un flujo constante de partes a veces antagónicas – con énfasis en la variabilidad de la experiencia humana.

Ya en el siglo XIX, Brasil aspiraba a convertirse en una nación moderna con un proyecto político, social y cultural unitario. Así, varias dimensiones de la experiencia personal (como la salud y la ética) comenzaron a ser gestionadas por el aparato estatal, en un proceso acompañado de la estructuración de los roles sociales de los individuos. La antropología y el positivismo filosófico mecanicista con base en Francia proporcionaron los fundamentos teóricos necesarios para esta transformación.

Un hecho emblemático ocurrió a principios del siglo XIX: el médico Francisco de Mello Franco (1757-1822) propuso una psicología médica, inspirada en las teorías de la Ilustración y el sensualismo francés. En una obra publicada en 1813, define lo físico como “el encadenamiento recíproco de todos los sistemas de órganos que componen nuestra máquina”, siendo la dimensión moral “todo lo que concierne a las funciones y afectos particulares de nuestra alma”. Además, afirma ser una evidencia empírica de que el estado físico del cuerpo influye en gran medida en las operaciones del alma.

Así, la salud del conjunto psicosomático del ser humano se define como la armonía del cuerpo máquina, cuyo efecto es el bienestar psicológico. Además, si el funcionamiento del organismo está regulado por leyes de la naturaleza, se sugiere la posibilidad de modificar su dinamismo transformando las circunstancias físicas determinantes.

Finalmente, en el siglo XIX, la medicina se consolidó como ciencia del hombre, reemplazando a la filosofía y la teología en las pautas de la felicidad.

Las bases conceptuales que permitieron la formulación del conocimiento psicológico en estos términos de las ciencias naturales se encuentran en la segunda mitad del siglo XIX, en el pensamiento de los filósofos positivistas brasileños.

El médico Luís Pereira Barreto (1840-1932), fiel a la doctrina comciana, fue un importante teórico de la época. Según él, la “fisiología mental” proporcionaría el conocimiento del sujeto – un “compuesto de inteligencia, sentimiento y actividad” – en su totalidad. Dado que sus hechos estarían sujetos a leyes fijas, podrían someterse a una investigación realizada por el método experimental. Luego, se inició el estudio de los fenómenos psicológicos, entendidos como parte de la fisiología.

A partir de entonces, la “psicología” ganó visibilidad, por lo que, entre los siglos XIX y XX, comenzó a ocupar un espacio propio como campo de conocimiento y prácticas, aunque todavía no como disciplina científica autónoma.

Durante este período, pasó a formar parte de cursos en diferentes áreas del conocimiento (como derecho y medicina) y materia de los planes de estudio escolares. Posteriormente, en Río de Janeiro, surgieron los primeros laboratorios de psicología experimental. Además, en São Paulo, en la Facultad de Medicina, crecieron los estudios psicológicos de aspecto psicoanalítico.

Referencias bibliográficas:

ANTUNAS, Mitsuko AM Psicología en Brasil: lectura histórica sobre su constitución. São Paulo: UNIMARCO / Educ, 1999.

JACO-VILELA, AM; FERREIRA, AAL; PORTUGAL, FT (organizaciones). Historia de la Psicología – Direcciones y Caminos. Río de Janeiro: Nau Editora, 2005.


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