Iglesia medieval

La Iglesia Medieval (o la Iglesia en la Edad Media) jugó un papel importante 5to al 15to siglo.

La influencia de la religión fue inmensa no solo en plano espiritual (poder religioso) así como en dominio material, al convertirse en el mayor terrateniente, en un momento en el que ésta era la principal fuente de riqueza y poder político.

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Durante la época medieval la economía se ruralizó, con el feudalismo. La Iglesia, anteriormente concentrada en las ciudades, se vio obligada a trasladarse al campo, donde los obispos y abades se convirtieron en señores feudales.

La Iglesia se convirtió en la institución feudal más poderosa, acumulando bienes muebles e inmuebles a través de donaciones hechas por ricos aristócratas convertidos y por algunos emperadores.

Iglesia medievalIglesia medieval de Siena, Italia

En el mundo feudal, en el que la sociedad estaba organizada sobre una base militar, y donde las mayores cualidades de las clases dominantes eran las virtudes bélicas, una de las grandes funciones de la Iglesia era luchar para preservar el orden y paz.

Instituyó la Tregua de Dios, es decir, la prohibición de pelear durante ciertos días del mes y en las principales fechas religiosas.

La Iglesia medieval también tenía la función de administrar justicia en varios casos, en los que tenía jurisdicción y jurisdicción exclusivas. Juzgaba con base en el Derecho Canónico, regulando así innumerables relaciones e instituciones sociales de acuerdo con sus leyes.

Fe, fue la fuerza dominante en la vida del hombre medieval, inspiró y determinó los actos mínimos de la vida cotidiana.

Las normas éticas eran exclusivamente cristianas, y el miedo al castigo después de la muerte era lo que regulaba la conducta de los pecadores.

El infierno, con sus tormentos, actuó sobre la imaginación medieval y sus miedos impidieron que el hombre pecara.

Características de la iglesia medieval

Al principio, la organización clerical era sencilla. Cada comunidad cristiana tenía un obispo, elegido por los fieles, los sacerdotes, responsable de la enseñanza de la religión y las ceremonias, y el diáconos, responsable de la administración y asistencia a la población.

En la Edad Media, los sacerdotes dirigían parroquias, que eran distritos pequeños. Las diversas parroquias formaron una diócesis, dirigido por un obispo.

Varias diócesis formaron una archidiócesis, encabezada por un arzobispo. En la cima de la jerarquía estaba el papá, cabeza de la Iglesia, sucesor de San Pedro, fundador de la Iglesia Católica.

La vida monástica (vida de los monasterios) y las órdenes religiosas comenzaron a surgir en Europa a partir del año 529 (siglo VI), cuando São Bento de Núrsia fundó un monasterio en Monte Cassino, en Italia, y creó la Orden de los benedictinos, dando lugar al clero regular, es decir, el clero de los monasterios, donde los monjes llevaban una vida disciplinada por el trabajo y obligados a obedecer las reglas (regular, en latín) de la orden a la que pertenecían.

Según las reglas de São Bento, los monjes benedictinos hicieron voto de pobreza, obediencia y castidad. Debían trabajar y rezar unas horas al día y cuidar de los pobres, los enfermos y la enseñanza.

Estas reglas sirvieron de modelo para otras órdenes religiosas que surgieron en la Edad Media, como la Orden de los Franciscanos, creado por São Francisco de Assis y Orden de los dominicanos, creado por São Domingos de Gusmão.

La Iglesia medieval tenía prácticamente el control del conocimiento. El dominio de la lectura y la escritura era exclusivo de sacerdotes, obispos, abades y monjes.

En los monasterios y abadías se encontraban las únicas escuelas y bibliotecas de la época. Fueron los principales responsables de la preservación de la cultura grecorromana, con la restauración y conservación de textos antiguos y se dedicaron a escribir libros religiosos en latín, el idioma oficial de la Iglesia.

En 756 (siglo VIII) la Iglesia constituye su propio Estado, en el centro de la península itálica, cuando Pepino el Breve, rey de los francos, dona al papado una gran extensión de tierra, pasando a la administración directa de la Iglesia, bajo el nombre de Patrimonio de San Pedro, territorio que constituyó el embrión del actual Vaticano.

Obtenga más información sobre el período de la Edad Media.

Herejías y la Inquisición

Las herejías eran sectas, facciones u orientaciones contrarias a los dogmas de la Iglesia. En varias épocas de la Edad Media, grupos de creyentes se opusieron a los dogmas, siendo gravados de acuerdo con herejes por el clero.

Entre las diferentes herejías se encontraba la de los valdenses y la de los albigenses, ambas surgidas en el siglo XII. Los Vaudois predicaron que, para salvar el alma, los fieles no necesitaban sacerdotes.

Los albigenses creían en un Dios del bien, creador de almas y un Dios del mal, que había encerrado las almas en el cuerpo humano para hacerle sufrir.

Basados ​​en estos principios, alentaron al suicidio y se opusieron al matrimonio para evitar la procreación.

La Iglesia libró una verdadera guerra contra los herejes. Todavía en el siglo XIII creó el Inquisición, también llamado Tribunal del Santo Oficio, para investigar, juzgar y condenar a los herejes.

La Inquisición fue responsable de la muerte de miles de judíos, árabes y cristianos considerados herejes.

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