Comedia en 5 actos y en verso de Pierre Corneille (1636).
En Touraine, en el campo, el mago Alcandre muestra en su cueva en Pridamant imágenes de la vida de su hijo, Clindor, que lleva diez años fuera. Pridamant lo ve, en efecto, como en una linterna mágica, en una sucesión de episodios desconcertantes: el joven, hoy sirviente de un capitán llamado Matamore, es a veces más fuerte que su amo, tiene complejas relaciones con las jóvenes y acepta un duelo con un rival, que lo domina y lo mata. Pero renace, como todos los demás personajes animados por el poder de Alcander. Y todos comparten dinero.
Sí, era solo una ilusión: lo que el padre tenía frente a sus ojos eran momentos de la vida real pero también de la vida ficticia de la troupe de actores en la que juega su hijo. Pridamant se siente ofendido por tener un hijo que ejerce esta profesión poco envidiable. Pero Alcandre lo convenció de que el teatro estaba de moda y alimentaba bien a sus actores.
Matamore es el tipo de bravache o guerrero arrogante directamente de Rodomonte (personaje del furioso Roland de Ariosto) y otros Fracasse.
En esta pieza encontramos la pintura divertida y sensual de la juventud, habitual en los primeros años de Corneille. Tiene una forma inusual, casi barroca, rara en el teatro francés de la época, sin duda heredada de la pasión de Corneille por el teatro español. Corneille renueva aquí, en un montaje de tres niveles, el proceso del teatro dentro del teatro, ya conocido por los ingleses e italianos de la xvimi siglo. Y es una de las raras obras clásicas francesas donde el teatro rinde homenaje al teatro.