Written by Hoy en día siempre hay un producto que cambia totalmente la forma en que vivimos. Un producto que tiene un gran potencial para esto es la impresora 3D. Apareció en la década de los 80, sin embargo siempre ha estado relegada a las grandes empresas por su elevado coste. Más recientemente, sin embargo, estos costos han ido cayendo, y con ello su popularidad ha ido en aumento, no solo en el área industrial, sino también para uso personal.
Mandíbula fabricada con impresora 3D. Foto: LayerWise / Disclosure
Pero, ¿qué es una impresora 3D? Es un dispositivo que le permite imprimir casi cualquier cosa, desde juguetes hasta zapatos e incluso joyas, recordando que esta impresión no está en una hoja de papel, sino en la construcción de un objeto completamente en 3-D.
Para poder realizar la impresión, primero es necesario realizar el diseño del producto deseado, que puede ser con la ayuda de un programa CAD (diseño asistido por ordenador, en inglés) o un escáner 3-D. Después de recibir estos dibujos, se imprime el producto. Los polímeros plásticos se usan más comúnmente para imprimir, en parte porque el metal es más caro de usar, pero se pueden usar diferentes tipos de materiales, incluidos los biomateriales.
Un área de amplio crecimiento con el uso de estas impresoras es la salud. Se pueden desarrollar prótesis para casos individuales, confeccionadas en las medidas e incluso en el color que el paciente desee. Ya sea que le falten extremidades, nariz, ojos e incluso huesos, todos están hechos y probados utilizando diferentes biomateriales utilizados en sus impresiones.
El mayor desafío, que ya está en pleno desarrollo, es la impresión de los órganos y sus respectivos sistemas circulatorios. Se están realizando pruebas en animales, pero aún no se ha dado luz verde para que puedan ser trasplantados a humanos. Ésta es una gran esperanza que quizás pueda realizarse pronto.
Por Marcelo Nishikawa de Freitas (Becario del Departamento de Comunicación y Marketing – Empresa Júnior Biotec Jr.)
