Inmigración Japonesa en Brasil – Historia

La llegada del barco Kasato Maru, en 1908, se considera el episodio que inició el amplio proceso de inmigración japonesa al territorio brasileño, luego de una amplia negociación entre los dos gobiernos. Por un lado, la interrupción de la trata de esclavos y las leyes abolicionistas crearon en Brasil la necesidad de alternativas a la mano de obra empleada en las plantaciones de café y, por otro lado, el escenario de superpoblación en Japón llevó al gobierno local a tratar la emigración como un solución a la crisis social que atravesaba el país.

A pesar del escenario de negociaciones entre los gobiernos, la llegada de japoneses a Brasil no fue bien recibida por la sociedad, creyendo que el proceso de blanqueamiento de la población debe ser logrado a través de la inmigración de europeos y no a través de la llegada de “negros amarillos”, expresión utilizada a la hora de designar a los asiáticos que llegaban al país. El escritor y político portugués Oliveira Martins, en 1880, llegó a declarar que “un Brasil europeo y no asiático, una nación y no una colonia, este es el futuro seguro de la Antigua América portuguesa”. En 1892, el periódico Correio Paulistano publicó notas contra la inmigración japonesa afirmando que “si la escoria de Europa no nos conviene, la escoria de China y Japón lo será menos.”.

El supuesto escenario de escasez de mano de obra en los campos, sin embargo, llevó al gobierno brasileño a establecer relaciones diplomáticas con el gobierno japonés, para negociar la llegada de trabajadores al país. En 1908, la primera ola de inmigrantes japoneses llegó al puerto de Santos, como resultado de esta negociación. Al principio, estos migrantes permanecerían en Brasil durante aproximadamente cinco años y luego regresarían a su tierra natal, con la promesa de acumular divisas en Brasil trabajando en las plantaciones de café. Se anunció a los japoneses que el trabajo sería duro, que las condiciones sociales serían adversas (sobre todo el choque lingüístico y cultural) pero que los ingresos obtenidos en el período justificarían los esfuerzos.

Los primeros brasileños que establecieron contactos con inmigrantes japoneses, cuando desembarcaron en el puerto de Santos, atestiguan una sorpresa positiva con el comportamiento social de los japoneses. J. Amândio Sobral, que trabajaba en la inspección de migrantes en el estado de São Paulo, registró que los japoneses “todos bajaron de los vagones en el mayor orden y, después de salir de estos, no se vio un solo asador en el pavimento, una cáscara de fruta.” y agregó que “Sorprendió a todos por la limpieza del salón: ni una colilla, ni un escupitajo, en perfecto contraste con las escupideras y colillas aplastadas bajo los pies de otros inmigrantes.”. Otro factor que llamó la atención de los brasileños fue la disciplina de los trabajadores japoneses, que realizaban sus tareas impecablemente y no se oponían, incluso viviendo y trabajando en condiciones degradantes. Vale la pena mencionar que muchos anuncios hechos por el gobierno brasileño y los cafetaleros sobre las condiciones de trabajo y de alojamiento fueron falaces, al igual que las promesas salariales realizadas.

A pesar de las condiciones, la población japonesa más grande fuera de Japón se estableció en Brasil, especialmente en el estado de São Paulo, lo que convirtió a los japoneses en una parte importante de la composición étnica de la población brasileña. A partir de la década de 1930, la migración japonesa fue interrumpida por las nuevas leyes de inmigración establecidas en Brasil, restablecidas después de la Segunda Guerra Mundial.

Referencias bibliográficas:

História da imigração – parte 1

https://www.al.sp.gov.br/noticia/?id=288309


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