Isadora Duncan –

Isadora Duncan fue el seudónimo artístico de Dora Ângela Duncanon, nacida el 27 de mayo de 1877 en San Francisco, Estados Unidos. Estuvo profundamente influenciada por el entorno en el que nació, ya que era hija del poeta Joseph Charles y de la pianista y profesora de música Dora Gray Duncan. Sus padres estaban divorciados, por lo que la futura bailarina fue criada por su madre, junto con tres hermanos más. Aunque su infancia estuvo marcada por la pobreza, la educación fue considerada por su madre como algo primordial, siempre complementada con clases particulares de literatura, poesía, música y artes plásticas.

A la edad de cuatro años, Isadora comenzó a estudiar ballet clásico, y de adolescente actuó públicamente junto a sus hermanos, acompañada por el piano de su madre. La futura profetisa de la danza moderna pronto mostró un carácter rebelde, siempre muy por delante de su tiempo. No tardó en cuestionar los parámetros rígidos y tradicionales del ballet clásico entonces vigente, que reservaba a las mujeres sólo un papel secundario, en el que eran constantemente guiadas y protegidas por los hombres.

Niña precoz, ya a los once años manifestaba una singular tendencia, instituyendo ya su propio estilo coreográfico, y transmitiéndolo a todo aquel interesado en esta innovadora técnica. Se inspiró en los movimientos de la Naturaleza y las posturas que asumían las esculturas de la Antigua Grecia, buscando constantemente la máxima libertad en la danza y en la vida. Así, optó por bailar descalza y con el cuerpo cubierto únicamente por túnicas de seda. Las canciones elegidas también fueron subversivas, ya que en su momento las piezas de Chopin y Wagner no estaban aprobadas para la práctica coreográfica, reservadas únicamente para el oído humano.

Isadora precedió al movimiento de ruptura que se instauraría en el seno del ballet, privilegiando la ligereza de este arte, la energía que emana del alma a través de la expresión corporal, siendo así innecesario cualquier adorno. Consideraba el ballet un arte artificial, preocupado por las simetrías geométricas, mientras que prefería una danza impregnada de gestos asimétricos y sin preparación previa.

La bailarina se atreve en la vida, cuando deja los Estados Unidos y parte rumbo a la Unión Soviética, en busca de la libertad que tanto necesita, en el trabajo y en el ámbito afectivo, en el que muestra una constante inestabilidad emocional. También subvierte la coreografía, inspirada en las danzas sagradas de la Antigua Grecia. Los decorados eran igualmente sencillos, generalmente decorados con solo una cortina azul. Su carrera profesional se desarrolló principalmente en los escenarios europeos, a principios del siglo XX, cuando brilló intensamente, principalmente por la curiosidad que despertaba en torno a su innovadora técnica y también por su tumultuosa e intensa vida.

Isadora murió tempranamente, poco después de la publicación de su autobiografía Minha Vida, víctima de un trágico accidente cuando, al salir en su auto descapotable, su bufanda se enganchó en las ruedas del vehículo, ahogándola. Se fue en el apogeo de su éxito, pero dejó como legado un estilo seguido hasta el día de hoy por muchas bailarinas de todo el planeta.


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