Kamikazes japoneses – Segunda Guerra Mundial

«Kamikaze» era el nombre dado a los pilotos de aviones japoneses que, portando explosivos, llevaban a cabo ataques suicidas contra barcos, especialmente los portaaviones aliados, especialmente los estadounidenses. La mayoría de los ataques Kamikazes ocurrió en el año 1944, es decir, en los últimos momentos de la Campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial.

En total más de dos mil pilotos se suicidaron en ataques de este tipo, y causaron la muerte de casi cinco mil soldados aliados, además de dejar más de cuatro mil heridos. Las cifras son elevadas y aterradoras, al igual que la práctica de los Kamikazes, una táctica de guerra del Imperio japonés.

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Unos años antes, en el ataque a Pearl Harbor en 1941, los japoneses tenían tecnología superior a los estadounidenses, con cazas ágiles y fáciles de maniobrar. Dos años después, en 1943, la situación era diferente. Los estadounidenses tenían más cazas y mejor tecnología, incluido el inicio del uso de radares, que predecían ataques y patrullaban el espacio aéreo. Así, Estados Unidos de América conquistó el aire.

El año 1944, por lo tanto, fue un momento difícil para Japón, que sufrió varias bajas aéreas. Para resolver esta crisis, en octubre del mismo año, Takijiro Onishi convoca una reunión oficial para presentar su propuesta: organizar atentados suicidas fuertemente armados con bombas sobre portaaviones enemigos.

Yukio Seki, Kamikaze japonés. Foto: Wikimedia Commons

Así, el 25 de octubre de 1944 se registró el primer ataque exitoso de Kamikaze, con el piloto suicida Yukio Seki, líder de la primera operación que afectó al portaaviones estadounidense USS St. Lo. En poco tiempo el barco se incendió por completo y se produjeron explosiones que provocaron la muerte de 140 estadounidenses.

Antes de su acto final, Yukio Seki dijo en una entrevista que estaba siguiendo órdenes del Imperio, pero que sus acciones deben entenderse como la defensa del honor de su esposa, y no como una acción a favor del Imperio Japonés. El líder declaró que creía que su esposa podría sufrir violencia por parte de los estadounidenses y actuó en defensa de su seguridad. La religión oficial del estado, el sintoísmo, consideraba a los kamikazes como guardianes de la patria.

La mayoría de estos pilotos suicidas fueron reclutados en entornos de estudio, como universidades, y la idea de que el suicidio era una elección y no impuesta por el Imperio japonés se estaba extendiendo. Los documentos demuestran que el discurso de fuego patriótico unido a las ideas de sacrificio del emperador y el sentimiento de culpa formaron una buena estrategia convincente y, por tanto, no fue tan sencillo elegir el camino suicida.

El portaaviones USS St. Lo (CVE-63) sufre un ataque kamikaze el 25 de octubre de 1944. Foto: US Navy / vía Wikimedia Commons

Otra estrategia muy utilizada fue la difusión de la idea de la muerte como ideología del Estado. Los diarios de los pilotos dan fe de que esta idea se difundió entre ellos porque sus escritos estaban cargados de tales ideas. La propaganda estatal también fue parte del proceso, siendo difundida por los medios impresos.

Antes de las misiones, estos pilotos recibieron instrucciones sobre cómo proceder. Prestar atención a los portaaviones, que eran los principales objetivos, fue la mayor lección que recibieron. Para que su acción no fuera en vano, se les enseñó a no cerrar los ojos para que no erraran sus objetivos. El día de la acción fue especial y los Kamikazes escribieron y brindaron. Para la acción directa llevaban la bandera, la espada y las armas si querían suicidarse de cualquier otra forma si no completaban la misión. Su tarea no fue fácil ya que tuvieron que enfrentarse a los aviones estadounidenses, que llevaban radar y podían detectar la presencia del enemigo. En los Estados Unidos, los kamikazes fueron retratados como fanáticos.

Los números son bastante expresivos: solo el 11,6% de los 3.300 aviones dieron en el objetivo deseado. El 27,5% regresó a la base por diversos motivos (mal tiempo, mala visibilidad, falta de combustible, por ejemplo) y fueron humillados hasta completar la misión inicial. En total hubo 47 barcos hundidos, pero solo 3 de ellos eran portaaviones. Casi 5.000 marineros murieron y otros 4.800 resultaron heridos.

Referencia:

http://aventurasnahistoria.uol.com.br/noticias/guerras/kamikazes-como-eles-pensavam.phtml

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