La caída del Imperio Romano: causas, cómo y cuándo cayó Roma

Entre las causas de la caída del Imperio Romano se encuentran: disputas internas por el poder, invasiones bárbaras, división entre Occidente y Oriente, la crisis económica y el crecimiento del cristianismo.

Oficialmente, el Imperio Romano de Occidente termina en el 476 d.C., cuando el emperador Rômulo Augusto se ve obligado a abdicar en favor de Odoacro, jefe militar de origen germánico.

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La capital del Imperio, Roma, también sufrió las consecuencias de la decadencia. Fue saqueada por las tropas de Alarico en 410, y luego sería invadida por vándalos (455) y ostrogodos (546).

Principales causas del fin del Imperio Romano

Veamos algunas de las razones que llevaron al declive y al fin del Imperio Romano.

1. Controversias internas

El régimen de gobierno de Roma cambió de República a Imperio con Julio César, en el siglo. I aC Sin embargo, a pesar de haberse proclamado emperador, César mantuvo algunas instituciones de la República como el Senado.

Sin embargo, no todos los emperadores respetaron el poder de los senadores. Esto terminó generando más fricciones entre la clase política y los militares.

A medida que el Imperio se expandió, se hizo cada vez más difícil controlar a los generales y gobernadores provinciales. No debemos olvidar que el Imperio Romano tenía 10.000 km de longitud, con territorios en el norte de África, Oriente Medio y Europa central.

Así, con un gran ejército en la mano, algunos generales se rebelaron contra el poder central, hundiendo al Imperio en guerras civiles.

2. Invasiones bárbaras

Los «bárbaros» eran aquellos pueblos, fuera del territorio imperial, que los romanos no pudieron derrotar y ocupar las tierras. Algunos de ellos, sin embargo, participaron en batallas con el ejército romano, y otros incluso se unieron al propio ejército imperial.

Debido a las disputas internas y la crisis económica, el ejército romano perdió gran parte de su eficiencia. Así, los bárbaros lograron derrotarlo y expandir su territorio poco a poco.

Los jefes bárbaros, sin embargo, se esforzaron por conservar varias instituciones romanas y muchas se convirtieron al cristianismo para ser aceptadas por los antiguos romanos.

Es interesante notar que los bárbaros creían que eran los herederos del Imperio Romano y no sus destructores.

3. División entre Oeste y Este

Una de las medidas tomadas para mejorar la administración imperial fue dividir el Imperio Romano en dos partes, alrededor del año 300 dC. La parte occidental tendría como capital a Roma; mientras que oriental, la sede estaría en Bizancio.

Durante el reinado del emperador Constantino, la ciudad de Bizancio pasó a llamarse Constantinopla y más tarde, con el dominio musulmán, se le llamó Estambul.

La división resultó ser un fracaso, ya que acentuó las diferencias culturales y políticas que ya existen entre las dos regiones.

El Imperio Romano Occidental se hunde en la decadencia, incapaz de contener invasiones bárbaras y luchas internas. La Caída de Roma, saqueada por los pueblos «bárbaros» en 410, revela cuánto los romanos ya no controlaban sus dominios.

La parte oriental continuó como territorio unificado hasta 1453.

vea mas: Imperio Bizantino

4. Crisis económica

El crecimiento económico de Roma se basó en las guerras de expansión, la capacidad de capturar personas para esclavizarlas y, finalmente, comerciar.

Dado que ya no era posible expandir su territorio, tampoco era posible esclavizar a los seres humanos.

De esta manera, sin la mano de obra barata de los esclavos, la economía comienza a decaer. Por su parte, el dinero para hacer guerras y pagar a los soldados es escaso. Una de las medidas para contener la crisis económica es hacer una moneda de menor valor para pagar a las tropas.

La solución acaba generando inflación y la moneda romana se devalúa, aumentando la crisis en el Imperio.

5. Crecimiento del cristianismo

El surgimiento del cristianismo, una religión monoteísta, aumentó la crisis de identidad por la que atravesaba el Imperio Romano.

Los cristianos fueron considerados ilegales hasta el 313 d.C. el Edicto de Milán, cuando el emperador Constantino decretó el fin de la persecución. Esto no significó paz inmediata, ya que otros emperadores intentaron restaurar las prácticas paganas.

Esta lucha entre el paganismo y el cristianismo erosionó internamente la sociedad y el gobierno romanos, que ya estaban bien divididos.

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