Laberinto de Creta – Mitología griega

Según la mitología griega, el Laberinto de Creta fue construido por el brillante arquitecto y artesano Dédalo, a pedido del Rey Minos, para arrestar al Minotauro, un personaje mitológico con cuerpo humano y cabeza de toro. Se cree que la leyenda sobre la existencia del laberinto surgió del Palacio de Knossos, cuya complejidad arquitectónica, que incluso incluyó un sistema de alcantarillado, está relacionada con la complejidad del laberinto. Las ruinas del Palacio de Knossos son, hasta el día de hoy, atractivo de la isla de Creta, en Grecia.

Palacio de Knossos.  Foto: binik / Shutterstock.com

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Palacio de Knossos. Foto: binik / Shutterstock.com

Dos leyendas griegas están relacionadas con el Laberinto de Creta: la del Minotauro y la de Dédalo, un arquitecto que habría construido el laberinto y su hijo Ícaro. Ambas leyendas tienen como antagonista al rey Minos de la isla de Creta, quien según la mitología griega, era hijo de Zeus.

El dios Poseidón le regaló al rey Minos un hermoso toro blanco, con el objetivo de que Minos sacrificara al animal en su honor. Pero la belleza del toro fascinó al rey, quien sacrificó otro toro en lugar del hermoso animal que Poseidón le había dado. Poseidón, furioso por el intento de Minos de engañarlo, hizo que Pasífae, la esposa de Minos, se enamorara del toro blanco, y de la unión del toro con Pasífae nació el Minotauro. Sin otra opción, y sin poder matar al «hijo» de su esposa, Minos le pidió a Dédalo que construyera un laberinto donde enviar al Minotauro con la certeza de que no escaparía. Dédalo construyó el Laberinto de Creta.

La otra leyenda griega que hace referencia al Laberinto de Creta es la de Dédalo y su hijo Ícaro. El desenlace de la historia del Minotauro, asesinado por Teseo, un héroe que logró superar el complejo laberinto de Creta dejándolo con vida, llevó al Rey Minos a arrestar a Dédalo e Ícaro en el laberinto. Minos temía que el arquitecto revelara los secretos de la construcción del laberinto. Sin embargo, Dédalo, en su genialidad, tuvo la idea de huir del laberinto por el cielo, ya que no tenía techo. Para ello, los prisioneros construyeron alas artificiales con plumas de pájaros que volaban sobre el laberinto y allí hicieron sus nidos, pegadas con cera de abejas que recogían. El único peligro, según le había advertido Dédalo a su hijo, sería que la cera se derritiera, si la altitud de vuelo fuera mayor, por lo tanto más cerca del sol. Ícaro, encantado con la experiencia de volar, no hizo caso de las recomendaciones de su padre y voló en actitud de superioridad. Sus alas se derritieron e Ícaro cayó al mar, para consternación de Dédalo, quien lamentó la muerte de su hijo durante toda su vida.

Referencias:
SCHNEIDER, P. Roque. Grecia fascinante: sus Juegos Olímpicos, sus héroes y su mitología. São Paulo: Loyola, 2004.

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