las Diez Plagas de Egipto –

Designación común de un episodio en la Biblia (Éxodo, 7-12) durante el cual Yahvé inflige diez plagas en Egipto para obligar al Faraón a liberar al pueblo de los hebreos sometidos a esclavitud.

Estas «Diez Plagas» tenían la intención de mostrar al Faraón la omnipotencia del dios de los hebreos, Yahweh. Con este propósito, Aarón, por orden de Yahvé, arrojó primero su vara a los pies de Faraón, la cual Yahvé convirtió en serpiente, pero los magos egipcios lograron realizar el mismo milagro. La serpiente nacida del bastón de Aarón devoró las serpientes de los magos, pero esto aún no habiendo sido suficiente para convencer al Faraón, Yahvé decidió enviar diez calamidades sobre Egipto, conservando a los hebreos: el agua del Nilo y de todo Egipto se convirtió en sangre. ; las ranas infestaban la tierra; los granos de polvo se convirtieron en mosquitos; las alimañas invaden el país; el ganado fue diezmado por una plaga; las úlceras cayeron sobre los egipcios y sus animales; el granizo destruyó la mayor parte de las cosechas; las langostas devoraron lo que había sobrevivido al granizo; la oscuridad cubrió la tierra.

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Después de cada una de estas pruebas, el faraón prometió dejar ir a los hebreos o fingió reconocer el poder de su dios, pero no cumplió su palabra: «Moisés y Aarón habían realizado estas maravillas ante el faraón, pero el Señor había endurecido el corazón del faraón». que no dejó salir a los hijos de Israel de su tierra. Finalmente, el faraón le prohíbe a Moisés volver a presentarse ante él. Entonces Yahvé envió la décima y última plaga: la muerte del primogénito («desde el primogénito de Faraón que iba a sentarse en el trono hasta el primogénito del cautivo en la cárcel y hasta todo primogénito del ganado»). Faraón, al enterarse de esto, llamó a Moisés y Aarón por última vez y les ordenó que se fueran de inmediato con su pueblo. Este episodio precede inmediatamente al de la salida de Egipto.

Hay en la exégesis bíblica dos interpretaciones de los milagros extraordinarios y los sucesivos cataclismos que llevaron al faraón a renunciar a la esclavitud de los hebreos: la primera evoca los golpes propinados al faraón y su pueblo (plagas o plagas); el segundo enfatiza estos hechos, señales y maravillas. Releyendo su historia, Israel reconoció en ella la extraordinaria intervención de su Dios en el momento de su doloroso nacimiento. Una tradición talmúdica afirma que la esclava más humilde en los días del Éxodo vio más señales que el gran profeta Ezequiel mismo. La historia de Israel actualizará estos textos (Salmos 78, 105).

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