Legitimidad – concepto en filosofía y sociología

Legitimidad es un concepto ampliamente utilizado en las teorías políticas para describir los principios que llevan a los individuos a aceptar la autoridad y cumplir con sus obligaciones políticas. Así, la idea de un proceso político legítimo funciona como contrapunto al de la coacción, donde precisamente el ejercicio del poder se realiza mediante la fuerza, la violencia o sin el consentimiento de los afectados. Además, si se puede hablar de formas de legitimación en diversos períodos de la historia, es en la Modernidad donde el ejercicio del poder se somete a la autorización racional de los gobernados, en detrimento de las formas de legitimación tradicionales, afectivas o religiosas. .

Este punto de inflexión tiene como punto de partida los escritos del filósofo inglés John Locke, quien se preocupó por distinguir entre una autoridad de facto y una autoridad legítima. Para él, el punto de partida sería un estado de naturaleza en el que todos los individuos sean natural e igualmente libres y donde nadie quedaría a la mera voluntad del otro. Como esta ley natural no sería suficiente para regir la sociedad, se desarrolló el hipotético instrumento de un contrato social, en el que la autoridad política se transfiere a un estado civil encargado de llevar a cabo y garantizar esa igualdad fundamental. A diferencia de su antecesor Thomas Hobbes, el contrato en sí no crea autoridad: se incorpora a los individuos como seres portadores de la razón, que, a su vez, transfiere la autoridad que existe en cada uno a una institución política concreta. Este vínculo entre legitimación y consentimiento es la clave que permitirá, a lo largo de la Modernidad, la expansión de la democracia y los derechos individuales y subjetivos.

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Si la filosofía pensaba la legitimidad en términos de los criterios para su legitimación, es decir, en clave normativa, la sociología de Max Weber presentaba una perspectiva descriptiva que se volvió profundamente influyente. Para él, lo que legitima a un régimen político es el hecho de que los individuos dentro de él tienen creencias o una fe que forman la voluntad de obedecer. Y, siguiendo esta definición, existían tres fuentes de legitimidad en las sociedades: la tradicional, donde las personas justifican el sometimiento a que el orden social existe así desde hace mucho tiempo, la carismática, donde la fe se deposita en el Atributos personales del gobernante y del racional, donde los individuos depositan su fe en la legalidad, especialmente en la racionalidad encerrada en la idea misma del imperio de la ley. Así, mientras que las dos primeras formas son más características de las sociedades tradicionales o arcaicas, la forma racional es típica de las sociedades modernas.

Pero, ¿cómo conciliar un enfoque descriptivo, que muestre las formas de legitimación existentes, como un enfoque normativo, que investigue qué justifica el sometimiento a las reglas? O mejor dicho, ¿cómo diferenciar la legalidad jurídica de la legitimidad de un orden social? El hecho de que la esclavitud fuera legalizada en Brasil hasta 1888 lo pone como un buen ejemplo para que pensemos. Esto se debe a que la idea de legitimidad va más allá de la mera legalidad, ya que como muestra el ejemplo, es posible que una ley sea válida, aunque sea injusta. Así, queda claro que la definición de la legitimidad del orden social está entrelazada con el propio desarrollo moral de la sociedad en cuestión y cómo estos criterios morales se universalizan y están disponibles para todos los ciudadanos en un Estado de Derecho Democrático.

Fuentes:

Weber, Max. Economía y Sociedad: fundamentos de la sociología integral. Brasilia: Editora da UNB, 1991.

LOCKE, John. El Segundo Tratado de Gobierno Civil. Petrópolis: Editora Vozes, 1994.

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