Lupus –

O Lupus eritematoso sistémico es una enfermedad crónica, de carácter autoinmune e inflamatorio, que afecta a varias regiones del cuerpo humano, principalmente la epidermis, las articulaciones, el sistema sanguíneo y los riñones.

Por lo general, el sistema inmunológico produce proteínas conocidas como anticuerpos. Son los encargados de preservar el cuerpo físico de todo tipo de ataques externos, desde virus, bacterias, células que provocan cáncer y muchos otros elementos desconocidos. Estos invasores, que desencadenan la producción automática de anticuerpos, se denominan antígenos.

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La enfermedad autoinmune aparece cuando el sistema inmunológico responsable de la defensa del organismo ya no puede distinguir los elementos inusuales de sus propias células, alcanzando así no solo a los enemigos, sino también a su entorno corporal. Son estas proteínas anormales, los autoanticuerpos, las que, junto con los factores orgánicos, componen los complejos inmunológicos, generando graves lesiones en los más variados tejidos y mutaciones en la circulación sanguínea.

De esta misma forma, el Lupus, una enfermedad cada vez más diagnosticada por los reumatólogos, ya sea por la mejora de los conocimientos médicos o por los avances tecnológicos en el campo del diagnóstico. Aunque ocurre mucho entre los hombres, las mujeres son las más afectadas, especialmente cuando se encuentran en el grupo de edad reproductiva, más o menos entre los 20 y los 40 años.

Se cree que esto se puede explicar a través de elementos hormonales, ya que los signos de esta enfermedad parecen multiplicarse antes de la menstruación y durante el embarazo. Entre las representantes femeninas, las de ascendencia africana, indígena o asiática parecen ser más sensibles a la incidencia de esta enfermedad, que puede ser leve, sin mayores riesgos, o muy grave, llegando incluso a la muerte del paciente.

Además de los factores genéticos, los factores ambientales también parecen contribuir a la aparición de esta enfermedad. Entre estos elementos se encuentran las influencias de las infecciones, ciertos medicamentos, los rayos ultravioleta y el estrés, lo que permite que el Lupus sea considerado también una enfermedad psicosomática. Además, aún no ha sido posible que los médicos distingan qué tipo de gen podría causar esta enfermedad, aunque a menudo se repite dentro del mismo entorno familiar.

En cuanto a los síntomas, varían de persona a persona. Los más comunes son malestar, fiebre, cansancio, pérdida de peso y apetito, seguidos después de semanas o meses de dolor articular y manchas rojas en la dermis, que pueden confundirse con urticaria. La piel puede verse afectada por las más diversas lesiones, siendo la más común una mancha en forma de ala de mariposa, es decir, un eritema que llega hasta las mejillas y la cara posterior de la nariz. Estas señales pueden estallar en cualquier área del cuerpo. Algunas de estas lesiones pueden ser más graves, dejando el perímetro con una cicatriz desagradable.

La mayoría de los pacientes también desarrollan artritis, la mayor parte de la cual es temporal y se erradica fácilmente con el tratamiento más adecuado. En algunos momentos se acompaña de tendinitis. El lupus también puede afectar los riñones, la sangre y el sistema nervioso, provocando a menudo incluso un estado depresivo en el paciente.

Esta enfermedad se detecta en consultorios especializados, mediante la combinación de observaciones clínicas y pruebas de laboratorio. Los expertos deben seguir siempre signos importantes en la percepción de esta enfermedad, combinando signos como dolor articular, pérdida de peso, supuesta urticaria repetitiva, caída capilar, entre otros rastros, con pruebas previas alteradas, tanto en sangre como en orina. Investigar el comportamiento de los anticuerpos también es fundamental, no solo para diagnosticar esta enfermedad, sino también para monitorizar su evolución.

Existen estándares internacionales por los cuales el médico puede orientarse en el tratamiento de esta enfermedad, pero es necesario tener en cuenta la individualidad de cada paciente. Los medicamentos deben ser administrados con mucho cuidado por profesionales realmente capacitados, ya que pueden desencadenar efectos secundarios importantes. Los enfermos también deben estar atentos a sus síntomas, ante cualquier agravamiento de los mismos, porque cuanto más rápido el tratamiento, mayor es la probabilidad de que se resuelvan estas complicaciones.

Fuentes
http://www.abcdasaude.com.br/artigo.php?277
http://gballone.sites.uol.com.br/psicossomatica/lupus.html

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