Malba Tahan –

el profesor de matematicas Julio César de Melo e Sousa nació en Río de Janeiro, el 6 de mayo de 1895, hijo de João de Deus de Melo e Sousa y Carolina Carlos de Melo e Sousa, en una familia de ocho hijos, criados con dificultad por sus padres.

Escritor árabe Ali Iezid Izz-Edim Ibn Salim Hank Malba Tahan – más conocido como malba tahan -, nació diez años antes, en 1885, en la Península Arábiga, en un pueblo conocido como Muzalit, cercano al centro islámico de los musulmanes, la ciudad de La Meca. A lo largo de su carrera fue invitado por el emir Abd el-Azziz ben Ibrahim a ocupar el cargo de quema, es decir, alcalde, de El-Medina, un municipio de Arabia. Realizó sus estudios en Constantinopla y El Cairo. Con apenas 27 años se convirtió en poseedor de una gran herencia paterna y comenzó a viajar por Japón, Rusia e India. Malba murió en 1921, en el apogeo de la lucha por la independencia de una tribu en Arabia Central.

Pero, ¿qué tienen en común Júlio César, el matemático brasileño, y Malba Tahan, la escritora árabe? Aunque parece que no hay conexión, ambos son en realidad la misma persona. Malba Tahan es el heterónimo o seudónimo que utiliza el maestro para crear sus cuentos. Tal es su creatividad que él mismo inventó su biografía ficticia, además de los innumerables cuentos similares a las tramas de Las mil y una noches. Aprovechando el contexto, también difundió ampliamente las Matemáticas a través de sus obras. El escritor incluso recibió una concesión especial del presidente Getúlio Vargas para imprimir su heterónimo en su cédula de identidad.

Júlio creció en la pequeña ciudad de São Paulo llamada Queluz, revelando su naturaleza creativa y única a una edad temprana. Sus cuentos, elaborados ya desde la infancia, se poblaron de personajes con extraños nombres, como Mardukbarian, Protocholóski u Oronsio. En 1905 regresó a su tierra natal para estudiar; durante este período asistió al Colégio Militar y al Colégio Pedro II. Posteriormente, en 1913, ingresó a la Facultad de Ingeniería Civil en la Escola Politécnica.

Posteriormente, como docente, transformó el aula en un escenario, en el que se desempeñó brillantemente, ganándose la atención y la admiración de sus alumnos con una metodología creada por él mismo y enfocada en el aprendizaje a través del entretenimiento, lejos de las tediosas e intencionalmente complejas clases de la mayoría de los profesores de esta disciplina, didáctica fuertemente criticada por Júlio César.

Su imaginación era ilimitada, lo cual se manifestó en sus novelas y cuentos así como en el área de la educación. En su libro más conocido, El hombre que calculaba, presenta, a través de las hazañas de un personaje persa que se dedica a los cálculos matemáticos, una infinidad de cuestiones y desafíos matemáticos, siguiendo el estilo narrativo de Las mil y una noches. Monteiro Lobato fue uno de los grandes escritores que se enamoró de este libro, profetizando su inmortalidad en la historia de la literatura.

Los cuentos de Malba solían estar ambientados en Oriente, como cabría esperar de su heterónimo. El matemático y escritor siempre se adelantó a su tiempo, siendo a menudo incomprendido. Hoy comienza a revisarse y valorarse su papel en la educación. En este esfuerzo por reconocer su obra, en 2004 se fundó en la ciudad de Queluz el Instituto Malba Tahan, con el objetivo de retomar su obra, desarrollarla y preservar en la memoria su patrimonio cultural, manteniéndolo vivo y activo. También en su honor, el 6 de mayo, que marca su natalicio, fue instituido como Día de las Matemáticas por la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro.

Júlio César murió el 18 de junio de 1974 víctima de un infarto en el hotel donde se alojaba, en Recife, después de una última conferencia. Como colofón final de su imaginación, prescribió varias pautas para su entierro: el mensaje en su honor, el ataúd de tercera, flores enviadas por un desconocido, escondidos en el anonimato, sin coronas, lutos ni discursos.


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