Mujer de letras francesa (París 1634-París 1693).
De menor nobleza, recibió una sólida educación en París bajo la dirección de Ménage. En 1655 se casó con el conde de La Fayette, que siempre vivió lejos de su esposa, en provincias. Siendo amigo de muchas figuras de la corte (la duquesa de Orleans, Mme de Sévigné, Condé), nunca participó realmente, contentándose con frecuentar ciertos salones y realizar uno ella misma, rue de Vaugirard, donde recibió, además del Sr.me de Sévigné, La Fontaine, Segrais y La Rochefoucauld, con quienes entabló amistad desde 1665.
Su obra romántica rompe con la imaginación completamente externa y mecánica de las novelas caballerescas. Desdeñosa de la moda, hostil al artificio y las convenciones, ansiosa por nunca ser aburrida y nunca repetirse, desarrolla la verdadera ilusión romántica, una que ignora la ilusión. La princesa de Montpensier (1662), relato histórico y sentimental, tiene una gran unidad de tono y pone en juego un argumento sencillo. Ya podemos sentir la estructura del trabajo por venir. El autor rompe con el intelectualismo de la novela tradicional, manteniendo intacta la preocupación por el yo y la «gloria». La pureza de sentimiento es tanto la aceptación del instinto como la voluntad de vencerlo si, al final del día, es necesario «ganarse» a uno mismo.
La primera parte de Zayde, escrito en colaboración con Huet, Segrais y La Rochefoucauld, apareció en 1669; el segundo, firmado por Segrais, en 1671. Este nuevo «morisco» permite el derramamiento de sueños y una representación precisa y cruel de los celos.
La princesa de Clèves (1678) marca la irrupción de lo trágico en el mundo de la moderación y el respeto por el decoro. METROme de Cleves, una mujer fría que, en el fondo, teme a la pasión, ama a su marido menos de lo que cree, pero más de lo que sabe: partiendo de una situación aparentemente simple, y en un círculo social sumamente estrecho hay de hecho un problema psicológico y social extraordinariamente complejo; de la misma manera, a la sutileza de lo real corresponde la sutileza de una frase en la que nada se olvida ni sobra nunca.
También se lo debemos a Mme de La Fayette a Historia de Henrietta de Inglaterra (1720), la condesa de tende (1724), Isabelle o la Revista enamorada de España (publicado sólo en 1961), así como Memorias de la corte francesa de los años 1688 y 1689 (1731).